jueves, 14 de junio de 2012

Victoria de la vida, de la organización y la resistencia. Carta de Alexis y Jorge


Amada familia, queridos y estimados amigos y amigas, organizaciones sociales, de trabajadores, estudiantes, pobladores, de derechos humanos y de comunicación popular, a todos ustedes un fraterno y agradecido abrazo de nuestra parte.

Lo primero es decir que en relación a los hechos del día 7 de marzo, ocurridos en zona rural de Junín de los Andes, se trató de un control policial fortuito. Fue un control bastante minucioso, tanto de nuestros documentos como el allanamiento a las mochilas y al vehículo.

Esperamos hasta el último momento que terminaran de hacer su registro y verificaciones, pero cuando nos plantearon llevarnos hasta la comisaría para un chequeo más intenso, tuvimos que actuar en consecuencia, dado que ahí se ponía gravemente en riesgo nuestra libertad y de parte de uno de nosotros, quizás a perpetuidad.

Por tanto ni hubo reacción precipitada o antojadiza, ni menos premeditada, sino un incidente enmarcado en el histórico conflicto social y de clases del cual somos parte. Intentamos una reducción a ambos policías y conminarlos a tirar sus armas y rendirse.

Todo se frustró porque el sargento Aigo se resistió y se produce un enfrentamiento prolongado con las consecuencias conocidas.

El conductor de la camioneta quedó en medio del fuego cruzado. Por el bien y la verdad, esta persona no tiene nada que ver con los hechos sucedidos, no sabía ni que andábamos armados ni quiénes éramos en realidad.

La primera noche la caminamos hasta el amanecer, cuando decidimos escondernos en un acantilado, donde nos atrincheramos. Nunca llegaron a ese lugar, a pesar de que veíamos el gigantesco despliegue policial por tierra y aire, cómo rastrillaban la zona y revisaban con binoculares.

Y nosotros sólo contábamos en ese momento con el arma de puño, nuestra disposición combativa y una fruta como único alimento. La comimos durante los primeros dos días, pues no encontrábamos agua, sino hasta días después.

Aún no sospechábamos lo que nos tocaría vivir en todo ese tiempo: una odisea y a la vez un verdadero viaje místico por nuestro wallmapu.

El primer indicio de ello fue en el amanecer cuando un traru (águila mora) se para en el acantilado muy cerca a acompañarnos en nuestra trinchera. El segundo, al atardecer nos sobrevuela en forma rasante un gran manque (cóndor).

Esa noche salimos furtivamente del primer cerco para iniciar una larga, durísima y extenuante marcha por nuestra vida y libertad.

Desde el primer paso de esa marcha nos confesamos que no nos íbamos a dejar atrapar con vida. No por valentía, sino porque a esta altura, por lo sucedido y por el odio de los ricos, eso significaba terminar prácticamente nuestros días encarcelados. Y lo peor, encadenando a nuestros hijos y familia a esa realidad y vida de mierda.

Afortunadamente esos días, con el radio de comunicación que andábamos trayendo, logramos dar con la frecuencia del puesto de mando del operativo, donde incluso se reportaban los helicópteros. Esto fue vital y lo que nos permitió una ventaja táctica.

Pudimos salirnos del cerco diario y siempre moviéndonos de noche.

Llegamos a tener las rutinas y formas de operar de las fuerzas que nos buscaban.

El cerco llegó a ser tan estrecho que escuchábamos los reportes de las patrullas a corta distancia por donde nos movíamos y su salida simultánea por el handy.

Así pudimos tener una pequeña ventaja, pues sabíamos que un helicóptero buscaba permanentemente y que otro se encargaba de desembarcar equipos de búsqueda por la mañana y de evacuarlos por la tarde.

Al mediodía los aprovisionaba de comida y estaba permanentemente en tareas logísticas.

Básicamente, había un cerco o anillo estratégico que abarcaba todas las rutas cercanas, con retenes, un segundo anillo con puestos de observación y un tercer anillo móvil que incluía patrullas montadas y los equipos aerotransportados, donde había rastreadores y equipos de choque.

La pequeña ventaja técnica nos posibilitaba la iniciativa táctica que junto al trabajo en equipo y la disciplina, creemos fueron vitales en nuestra victoria, que así la consideramos.

Fueron días y noches de muchísima presión, los más duros de nuestras vidas, pero también los más mágicos. Se trata de la relación con la Ñuke Mapu, la madre tierra, que con el paso de las semanas se hizo vital y única aliada para lograr sobrevivir en esas condiciones, terreno y clima.

Encontramos hierbas y raíces que nos permitieron por lo menos mantenernos, así otros alimentos cuyo valor energético es alto, entre esos, pequeños animales y otros que nos permitió no sólo sobrevivir, sino darnos las fuerzas para afrontar la travesía y marcha de resistencia a lo largo de nuestras imponentes montañas andinas.

Estamos convencidos que nuestra sobrevivencia en estas condiciones tiene que ver tanto con los acumulados históricos de la formación combatiente en la resistencia de nuestros pueblos del continente como también gracias a que siempre pedimos permiso a los gnen y protección al pillán mahuiza.

Tuvimos sin duda situaciones límites y en que casi nos morimos, más allá del accionar del enemigo y su cacería humana, sino que tienen que ver con el terreno y el clima.

Fueron los días en que nos llovió. Implicaba además cruces de ríos y zonas de estepas inundadas y soportar fríos bajo cero mojados. Y en noches cerradas y lluviosas, a estar al borde de la hipotermia.

Habíamos guardado pequeños palitos secos con los que logramos milagrosamente prender para hacer fuego y secarnos... y así continuar en condiciones la marcha.

Después de dar cuenta de una larga, durísima pero victoriosa lucha contra el enemigo y contra nuestras propias limitaciones, de comprometernos con la Ñuke Mapu, hoy estamos más fortalecidos y convencidos del camino de nuestra lucha de resistencia y construcción del poder popular insurgente, autónomo y libertario.

Hermanos(as), familia, pueblo nuestro, podemos decir también que sí sirven las cadenas de protección que sabemos algunos nos han tendido, contribuyendo a nuestra sobrevivencia y victoria.

Así también debemos decirles que junto con esto y nuestro compromiso con la resistencia indígena y popular del continente, lo que más fuerza nos dio, sobre todo en las situaciones más al límite, fue la carita y voz de nuestros hijos, que se aparecían en esos momentos nítidamente, que las fuerzas y esperanzas volvían para reiniciar la marcha.

Por último, no podemos dejar de agradecer los comunicados y la reivindicación que han hecho de nosotros nuestras organizaciones.

Estamos orgullosos de ser parte de ellas y también orgullosos de todos quienes nos han apoyado con su solidaridad, denuncia y movilizaciones.

De cómo se ha enfrentado esta batalla en medio de cercos militares, políticos, comunicacionales y todo el plan contrainsurgente de los estados democrático-policiales que continúan persiguiendo y reprimiendo a los pueblos en todo el mundo.

De verdad hemos sentido su cariño y compromiso, y se lo agradecemos con el alma y con nuestra lucha que no cesará hasta vencer o morir, porque sólo la lucha nos hace libres y nos permite construir una sociedad libre de explotación y marginación, entre iguales y en armonía con nuestra naturaleza.

Jorge Salazar y Alexis Cortés, mayo 2012.

¡¡Construyendo fuerza y unidad continental, hasta vencer o morir!!¡¡Solo la lucha nos hace libres!!

Frente Patriótico Manuel Rodríguez
MIR Ejército Guerrillero de los Pobres


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