domingo, 23 de septiembre de 2012

La izquierda revolucionaria y las elecciones. Apuntes para el debate.

                                                                   "TODOS DEBEMOS DAR ALGO  
                                                                      PARA QUE UNOS POCOS NO DEN TODO"


El discurso hegemónico  de la burguesía nos señala que la democracia liberal – en las manos de ellos, obviamente – es la única forma de organización posible, viable y realizable en el plano concreto, siendo una locura plantear alguna otra forma de imaginar la sociedad.
Estas democracias, pese a su existencia en prácticamente todo el mundo, cada día tienen un control menos efectivo a nivel político y económico. Si, aun que suene extraño o paradójico, la institucionalidad política de los Estados nacionales actuales resulta ser cada vez más, un mero adorno o instrumento de los grupos económicos transnacionales que determinan y condicionan  desde lo político y económico, hasta las formas de asociación y organización, guardándose este Estado, sólo una pequeña función: la función coercitiva, pues sin el complejo militar ¿quien velaría por los intereses de esa minoría privilegiada? 
Los liberales se han planteado a favor de esto. Cierto sector de la izquierda, sucumbida ante la caída de los – mal llamados – socialismos reales, terminaría por ceder ante un capitalismo triunfante bajo la forma de una dictadura de las bolsas de comercio, cediendo ante él y abandonando sus principios y convicciones otrora revolucionarias. Esta izquierda dejaría de soñar un horizonte más allá del capitalismo, conformándose con una democracia sin emancipación, lo que resulta ser sinónimo de una democracia para la burguesía, pero una opresión para el pueblo pobre y explotado.  Es decir, este Estado "democrático" seguiría cumpliendo algo así como su rol histórico como instrumento de dominación.
Sin embargo – y como señalaría Marx – el socialismo es irrealizable sin revolución y – como agregaría Lenin – la revolución es inalcanzable sin la conquista del Poder. Es por esto que, contra viento y marea, una izquierda ha permanecido consecuente con esos principios inviolables e inalienables propios de una teoría y una práctica revolucionaria. Es una izquierda golpeada, que muchos han dado por muerta en cientos de oportunidades, pero, para la desgracia de estos sujetos, es una izquierda que se niega a morir. Vive en el seno del pueblo que cada vez está más cansado de los abusos patronales, del fraude electoral y de la falacia de una seudo democracia que no hace nada más que inyectar un dosis de pasividad y alienación, que lejos de organizar, desorganiza a las masas populares para que las decisiones se tomen entre el mismo grupo de aristócratas y burgueses.
Es por esto que no compartimos la vía electoral. Es por esto que no votamos, por lo menos en este periodo de reflujo del movimiento popular, pero tampoco sufrimos de fobia a las elecciones, pero definitivamente hoy no sirven en nuestro Pueblo. Es por esto que no nos sentimos parte de ese ciudadanismo que limita al movimiento social a un rol secundario y sumiso ante la institucionalidad. Es por eso que no dialogamos con el burgués, puesto que su posición de explotador es irreconciliable con la nuestra, la de pueblo pobre y explotado. Es por eso – y mucho más – que optamos por una alternativa a la institucionalidad vigente, una alternativa política de construcción de poder popular, autónomo a los poderes del Estado y al aparataje burgués, pues el Poder Popular es la única institución capaz de crecer en energía, convirtiendo al pueblo en gigante, dispuesto a avasallar a sus enemigos de clase. 
Tanto la burguesía como los “izquierdistas liberalizados”, la famosa "wiskierda", suelen llamar a quienes persisten con esta idea como soñadores, ya que las utopías son sólo un sueño, una quimera, son por definición: irrealizables. Si, creemos que es una utopía, pero no como la definen ellos. En palabras del filósofo esloveno, Slavoj Zizek:
‎"Presente y futuro se aproximan brevemente en el instante revolucionario y podemos comportarnos como si la utopía nos tocara. El futuro utópico se materializa fugaz y somos realmente felices mientras luchamos por él. La utopía no es un sueño, una ilusión o un producto de la imaginación, sino un impulso surgido de la necesidad de supervivencia ante una situación sin salida. Nos vemos obligados a pensar la utopía ante la imposibilidad de solucionar los problemas dentro de las coordenadas existentes, ante la convicción de que la peor opción es continuar con lo que conocemos. Los momentos en que somos más libres e iguales en este sistema son aquellos que dedicamos a la consecución de la utopía. El resto del tiempo somos meros esclavos."
Les recordamos a esos hipócritas – que, luego de su retorno desde el exilio, comenzaron a criticar al pueblo desde las cúpulas burguesas y con la chequera en la mano–, que  tanto en Chile, como en el resto del mundo, la alternativa revolucionaria y popular fue posible y realizable a nivel concreto, pero se nos fue extirpada a sangre y fuego por el imperialismo, coludido con las burguesías locales.
Es por eso que, pese a esta supuesta derrota, no nos desanimamos. Asumimos los errores cometidos en el pasado, pero no los llevamos en la espalda de por vida. Pese a los golpes recibidos, es nuestro deber seguir impulsando el proyecto revolucionario del pueblo, con una nueva generación dispuesta a retomarlo; una nueva generación que ha aprendido de la Historia y, a través de esta, impulsa nuevas ideas para revitalizar la alternativa popular a través de la lucha, la conciencia y la organización.
Es por eso que el pueblo no debe caer en este juego en donde la política es monopolizada justamente por quienes hacen nuestras vidas cada vez más difíciles.  El pueblo no debe agachar más la cabeza ante los politiqueros de turno ni extender sus manos para rayar un papel. Su cabeza debe estar en alto, pensando un mundo mejor, y esas manos deben estar empuñadas para luchar por este futuro ya que, como decía el che “Esta ola irá creciendo cada día que pase. Porque esa ola la forman los más, los mayoritarios en todos los aspectos, los que acumulan con su trabajo las riquezas, crean los valores, hacen andar las ruedas de la historia y que ahora despiertan del largo sueño embrutecedor a que los sometieron"

Hoy, no votar, no significa hacerle el juego a la derecha. Sino que significa trabajo, más trabajo y trabajo; significa tomar más posiciones y defenderlas; significa que el pueblo empieza a organizar su ofensiva. Significa en definitiva, multiplicar la organización y dar saltos hacía adelante. 

Boletín El Rojinegro. 

jueves, 13 de septiembre de 2012

La necesidad y la legitimidad de las barricadas


En Aysén y Freirina, cientos apedrearon a Carabineros y quemaron sus vehículos, para obtener una respuesta a sus demandas. Los estudiantes, en cambio, han evadido la violencia en las protestas, priorizando manifestaciones pacíficas, pero a pesar de su gran fuerza, han sido menos efectivos. ¿Será hora de cambiar de estrategia?
Muchos estudiantes piensan que sí y lo proponen en sus asambleas y en la calle. Sin embargo, los principales dirigentes han evadido dicha estrategia, incluso haciendo eco al discurso de los medios oficiales, según el cual las manifestaciones violentas perjudican al movimiento. Esta estrategia parece inadecuada, en gran parte, porque la legitimidad de la violencia es un tema tabú en el debate público. Pero, si nos atrevemos a hablar del tema sin tapujos, podemos romper muchos mitos. Veremos que una estrategia disruptiva e incluso violenta, como son los bloqueos de rutas, no implica perder apoyo ciudadano y que, aunque se perdiera algo de apoyo, igual sería una estrategia efectiva y legítima.
Los estudiantes, al igual que los medios, repiten que la violencia deslegitima el movimiento. Pero nadie analiza si ello es verdad. Sólo la encuesta Cooperativa-Imaginacción tiene datos sobre el tema. Vemos allí que en octubre del 2011, un 76.2 % de los encuestados creía que la violencia en las manifestaciones disminuye el apoyo a la causa. Sin embargo, ello era sólo una imagen errada de lo que creían que otros pensaban; en realidad la violencia no afectó el apoyo al movimiento, que se mantuvo en un 89 % durante esos meses.
Los defensores de la democracia a medias dirán que los bloqueos son ilegítimos porque para eso están las instituciones representativas. Pero hoy está claro que esas instituciones sólo favorecen a los más acaudalados, quienes no necesitan protestar porque pueden presionar con una llamada telefónica o donando para una campaña.
No era sólo que los dirigentes se desmarcaran de los encapuchados. En agosto de este año, un 46,5 % de los encuestados estaba en contra de las marchas por el centro y el 67,3 % está en desacuerdo con las tomas. Sin embargo, el apoyo a las demandas era de un 82 %. En cambio, en Junio del 2011, cuando los estudiantes llevaban algunas marchas pero recién comenzaron las tomas, el apoyo era de sólo un 37,1 %. La violencia mostrada por los medios y las tomas visibilizaron el movimiento, muy probablemente contribuyendo así a un apoyo masivo a pesar del desacuerdo con la forma de las protesta.
La evidencia sobre Aysén reafirma la tendencia. A fines de marzo, el 52,6 % de los encuestados estaban en contra de los bloqueos de caminos y puentes en Aysén, pero a pesar de ello el 90,9 % estaba a favor de las demandas del movimiento.
Vemos también la ciudadanía no solamente apoya a pesar del desacuerdo con los medios. En realidad, el desacuerdo con protestas que interrumpen el tránsito y terminan en violencia es mucho menos generalizado de lo que asumimos (46,5 % contra marchas en Santiago y 52,6 % contra bloqueos en Aysén).
Los estudiantes no sólo cuentan con una disposición favorable de la ciudadanía hacia la protesta. Quienes temen que la radicalización les hará perder apoyo olvidan que también cuentan con la simpatía y tribuna para validar públicamente sus acciones. La ciudadanía no apoyó el corte del puente por sí mismo, sino porque el movimiento lo justificó públicamente. También, quizá, porque vieron en quienes apedreaban a Fuerzas Especiales a personas defendiendo una causa justa, no a jóvenes que sólo querían destrozar o saquear. Si los dirigentes estudiantiles justifican cortes de carreteras y avenidas organizados, sin destrozar negocios, no serán vistos como saqueadores, sino como jóvenes jugándosela por una causa justa.
El que las protestas disruptivas o con violencia no tenga los costos políticos que muchos asumen no significa que sea el mejor medio de protesta. Casi todos preferimos otros medios antes. Sin embargo, cuando el sistema político en Chile permite a los políticos hacer oídos sordos a la ciudadanía que se expresa en reuniones o en protestas pacíficas, aprendemos que el que no llora no mama. Así se demostró en Magallanes, Aysén, Pelequén y Freirina, y así también han ido aprendiendo los pobladores de Dichato, de La Greda, los pescadores artesanales y algunos estudiantes.
Quizá a mediados del año pasado los estudiantes hubieran aparecido como innecesariamente violentos si defendían las barricadas —no lo sabemos—. Pero hoy está claro que el gobierno no responde al apoyo masivo. Por ello, concentrarse principalmente en mantener el apoyo ciudadano, como sugiere Noam Titelman, no parece muy práctico. De hecho, aunque radicalizar la protesta les costará a los estudiantes una buena parte de su 82 % de apoyo actual (algo poco probable), hoy ese sería un costo que valdría la pena asumir. Un 80 % o 90 % de apoyo ciudadano no sirven, porque el gobierno está blindado y demostró que está dispuesto a sacrificar todo el capital político si ello es necesario para defender el lucro. Peor aún, con el sistema electoral chileno, quienes defienden el lucro podrán mantener sus puestos en el Parlamento, bloqueando cualquier cambio. Lo que se necesita es presión donde al gobierno le duela: parando la economía con cortes de las principales carreteras y avenidas por varios días, cómo se hizo en Magallanes, Aysén, y Freirina.
Ante una estrategia así, los defensores de la democracia a medias dirán que los bloqueos son ilegítimos porque para eso están las instituciones representativas. Pero hoy está claro que esas instituciones sólo favorecen a los más acaudalados, quienes no necesitan protestar porque pueden presionar con una llamada telefónica o donando para una campaña.
Los “progresistas” dirán, entonces, que para eso en democracia se permiten las marchas pacíficas donde los ciudadanos pueden expresar su opinión. Pero hoy sabemos que esa opinión, por mayoritaria que sea, no se hace valer con marchas. En el Chile de hoy, la única forma que tienen las mayorías para hacer valer su opinión es a través de protestas disruptivas, especialmente si traban la economía.
Algunos dirán que las protestas disruptivas son válidas mientras no involucren violencia contra personas o cosas. El problema es que estas protestas casi inevitablemente son reprimidas con violencia policial y, por tanto, generalmente requieren de algún grado de uso de fuerza para mantener la protesta. Negarse a esta violencia defensiva implica justificar sólo la violencia de Carabineros y quienes los mandan, o un alto nivel de ingenuidad política.
También están quienes defienden el pacifismo a toda costa, citando a Gandhi o Martin Luther King. Ese pacifismo es ingenuo. Cuando la no-violencia activa es más efectiva que prácticas disruptivas que pueden traer violencia, casi todos la preferiríamos. Pero hasta el mismo Gandhi reconocía que ella no siempre era una opción y fue por ello que llegó al extremo de tomar parte activa en guerras en Sudáfrica. Más aún, la no-violencia no sólo no ha sido poco efectiva en Chile, como han aprendido muchos movimientos sociales; varios estudios han mostrado que tampoco lo fue en el supuestamente ejemplar caso de Luther King en EE.UU. Allí, la expansión de asistencia social para los afroamericanos no fue una respuesta directa a la no-violencia activa de Luther King, sino a los disturbios violentos de la época.
Imitar la estrategia de Magallanes, Aysén y Freirían no es fácil. Requiere de un gran coraje para enfrentar la violenta respuesta que podemos esperar de parte del gobierno. Sin embargo, los estudiantes han demostrado que están preparados. Sólo les falta saber confiar que será efectivo y saber que el país los va a seguir apoyando.
Por Sebastián Guzmán
Doctor (c) en Sociología, para el mostrador. 

lunes, 10 de septiembre de 2012

A 39 años, el Pueblo pasa nuevamente a la ofensiva.

A 39 años del bombardeo a la Moneda

A 39 años de las formas militares

A 39 años de la violencia de las minorías privilegiadas convertidas en derecho

Hoy es 11 de septiembre y como chilenas y chilenos nos toca conmemorar un año más de la restauración burguesa en nuestro país. Sobre la regresión histórica, serán otros quienes puedan decir más que nosotros y nosotras, sólo diremos nombres y perdonen quienes se nos queden, pero la lista es interminable: Lumi, Bautista, Miguel, Coño Villabela, Nelson Araneda, Hermanos Vergara, Transito Cabrera, Héctor Lepe, Ricardo Barra, Paine, Manuel Becerra, María Cienfuegos y tantas y tantos otros asesinados, mutilados y con las carnes arrancadas para mostrar la ignominia de los poderosos frente a todo un pueblo que hoy reclama justicia. Nadie está olvidado, nada está perdonado.

39 años pesan encima de una juventud que viene recién madurando, pero somos nosotros, nosotras, en nuestra condición de pueblo pobre, los que tomamos lo mejor de nuestros muertos, porque cada vez que uno menciona su nombre, renacen todos como ejemplo fértil para la nueva generación de luchadores. Estamos seguros que cada uno de ellos quisiera estar hoy, aquí, aportando en lo que sea. Y si están. En la pancarta, en la consigna, en la marcha y en la barricada, viven para siempre en nuestros sueños.

Como dijo el poeta: aquí todos lloramos y maldecimos, no hay nada censurable en eso, pero ahora también es el momento de alentar a todos los que han hecho florecer la patria toda, con su antagonismo radical, su férreo compromiso y su carácter militante. Saludamos a toda esa nueva generación de revolucionarias y revolucionarios que con ahínco siguen impulsando el proyecto rojinegro, a pesar de las dificultades y el peligro. Pero como nos lo hiciera notar el compa Coño Villabela: “Todos los compañeros que han caído y que aún caerán tienen en la juventud y en la niñez la seguridad de no haber caído en vano, pues el socialismo será construido por personas que conocieron lo duro que es lograr la libertad de los pueblos”.

Las contradicciones entre explotadores y explotados siguen, la dictadura dejó amarrada una serie de enclaves autoritarios que han llevado al conjunto del pueblo a la marginalidad. Pero la dictadura llevaba escrita en su frente el fracaso, y sus leyes, que la han hecho extenderse hasta el día de hoy también. Sin embargo la inmensa marejada de pueblo organizado pretende hoy en día acabar con ella arrancándola de raíz, destruyendo el poder de los ricos y avanzar en la construcción de una sociedad socialista.

Este es un acto de memoria, pero también un acto para el futuro que nos convoca; ESTO COMPAÑERAS Y COMPAÑEROS ES TAMBIÉN UN ACTO DE COMBATE:


Todos juntos y juntas, por el camino de victoria que trazaron los que ayer lucharon. 
Todos juntos y juntas a reemprender con más fuerza y decisión la lucha revolucionaria. 
                  Todos juntos y juntas !CON TODAS LAS FUERZAS DE LA HISTORIA,
                                                       HASTA LA VICTORIA !

Comité editorial Boletín El Rojinegro. 

jueves, 6 de septiembre de 2012

¿La vanguardia?

La ilusión reformista de la UP no nos involucra, la deserción provocado por su fracaso sólo nos rasguña. Hemos constituido orgánica, política e ideológicamente una generación de revolucionarios profesionales, que hoy son una posibilidad abierta en Chile y en el Cono Sur. La situación chilena nos ofrece un desafío que somos y debemos ser capaces de vencer. Con una táctica adecuada, con serenidad, valor y audacia lo lograremos.

Comisión Política del MIR
 



¿Por qué tanto odio a la vanguardia? ¿Por qué tanto desprecio a esta? 



Declaraciones como las emitidas desde la toma de las dependencias de la FEC nos hacen pensar que hay muy poca información dando vueltas o realmente han adquirido una posición bastante criticable por la izquierda revolucionaria. Es decir, están más cercas del enemigo que de nosotros. 


Los grupos organizados contra la explotación existen desde que surgió ésta. Al margen de las obvias diferencias entre épocas, sin embargo persisten tres cosas comunes: superar los límites de la espontaneidad, preparar y ayudar a su militancia, y recurrir a la clandestinidad si es necesario. En el capitalismo estas características son urgentes porque la conciencia de clase, de nación oprimida, de mujer explotada, etc., sufren altibajos; porque la persona aislada está sometida a múltiples presiones, y porque la represión burguesa es muy sofisticada, sutil y sibilina, pero también más brutal. Se denomina vanguardia porque va por delante en esfuerzos y en entrega, porque practica la pedagogía del ejemplo, porque mantiene una constante lucha teórico-política. La tarea de la vanguardia consiste en mantener y actualizar las reivindicaciones revolucionarias; vivificar la memoria de lucha, sus logros y victorias; aprender de los errores y de las derrotas; organizar la espontaneidad; luchar contra el reformismo; prepararse para la lucha y la represión asegurando la continuidad de un núcleo que mantenga vivos los objetivos en los peores tiempos.


domingo, 2 de septiembre de 2012

La pregunta ( y un libro rojo para Lenin)

- ¿Y
       si llega 
        la 
             o
                p
                   o
                      r
                         t
                            u
                              nidad?
¿Qué tendrán ustedes en las manos
cuando llegue 
la  o-p-or-t-u-n-i-d-a-d?
¿Podrán siquiera reconocerla?
Después de Lenin 
la "oportunidad"
tiene su nombre:
se llama
"situación revolucionaria"



Queremos dejar el texto de un poeta y escritor que hoy en día, pertenece a todas y todos los latinoamericanos que de alguna manera luchan decididamente para vencer al imperialismo: Roque Dalton. 
Aunque algo olvidado dentro de la misma izquierda su nombre y su estilo; su testimonio nos llega a través de esta gran obra que sugerimos imprimir, destacar y estudiar, porque, aunque en lenguaje poético (lo que fastidia realmente a la academia y que quiere reservar al pelao solo para sus papers) el autor nos quiere mostrar la importancia y necesidad de los aportes de Lenin para nuestras luchas, en nuestro continente y en nuestro mundo, ese Lenin ensuciado con el barro de la historia, audaz y astuto, valiente, valiente y valiente.   

http://es.scribd.com/doc/58933455/Roque-Dalton-Un-Libro-Rojo-Para-Lenin