La siguiente
entrevista fue concedida por una compañera de cordial sonrisa y voluntad. Como
equipo no quisimos testimoniar a la mujer que cuidaba al bauchi, adelantando el
testimonio que vamos a presentar, sino que quisimos ver a través de ella, de su
cotidianeidad, la responsabilidad que había adquirido, pues no es esta mujer,
sino que fueron y son muchas las compañeras que arriesgaron su vida por algún compañero
o compañera que era necesario mantener en casas de seguridad. La compañera
Norma Silva I. es una más de estas mujeres de retaguardia como la hemos querido
bautizar, que en su trabajo se encontró conviviendo con dos de los máximos
referentes políticos de la izquierda revolucionaria chilena como fue Bautista
Van Schouwen y Edgardo Enríquez E, hermano de Miguel, secretario general del
Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) de Chile.
Sin ánimos de retrasar esto, presentamos para todos los lectores y las lectoras del blog: el-rojinegro, a la compañera Norma para que relate su panorama. Como última aclaración pedimos comprensión en algunos temas, pues la entrevista fue con el envío de preguntas a Francia, donde reside actualmente la compañera y ella nos respondió de la misma manera hacía Chile.
Sin ánimos de retrasar esto, presentamos para todos los lectores y las lectoras del blog: el-rojinegro, a la compañera Norma para que relate su panorama. Como última aclaración pedimos comprensión en algunos temas, pues la entrevista fue con el envío de preguntas a Francia, donde reside actualmente la compañera y ella nos respondió de la misma manera hacía Chile.
¿Cómo conoció
el MIR y cuál era su relación y participación (si es que hubiese) en la
organización?
Conocí el MIR como
todo Chile lo conoció: por la prensa, revistas, radio y tv que habían en esa
época y me alegré que jóvenes que parecían serios, inteligentes y capaces, plantearan una instancia más avanzada en ese
tiempo. En principio no tuve ninguna participación en esa nueva organización,
pero algún tiempo después se integró mi hermano que en ese tiempo estudiaba
Sociología en el pedagógico de la Universidad de Chile en Santiago.
¿Cómo vive en
lo particular, el periodo de acumulación de fuerza revolucionaria (1968-1973)?
¿Dónde desarrolla su vida social y política, en qué consistía esta?
En esos años 1968 al 70 soy
militante del Partido Comunista chileno, después de la derrota de Salvador
Allende, por segunda vez soy casada con un militante comunista y tengo 4 hijos,
soy una joven mujer activa y también interesada en lo que pasa en Chile y en el
mundo…
¿En qué
contexto y momento conoce a Bautista?
Son años de
cambios en el mundo. Nos estremece lo que pasa en el mundo, la Revolución de
los estudiantes en Francia y más aún los efectos de la Revolución Cubana y su
ejemplo en el mundo, entonces descubrimos que existe otra alternativa posible,
además son jóvenes audaces que desafían lo establecido. Es en ese contexto y
momento que conozco a Bautista y al resto del Comité Central por una
casualidad. Ellos tenían una casa de reuniones en Ñuñoa y se dieron cuenta que
estaba vigilada, era 1969 y ellos eran clandestinos; hablamos del gobierno de
Eduardo Frei Montalva, entonces recurrieron a mi hermano que vivía con mis padres
en una casa cercana a la mía, pero desgraciadamente no pudo prestársela por
tener unas visitas y llegó a plantearme el problema. Entonces yo acepté, creo
que eran seis o siete compañeros; fue una tarde, yo creo que era primavera. Mi
hermano los comenzó a traer de a poco. Yo me puse a regar el jardín y
estuvieron dos o tres horas conversando y se fueron yendo de la misma manera, quedándose
dos para darme las gracias. Esos dos eran Miguel y Bautista. Reconocí a Miguel
porque lo había visto por la tv, pero no conocía al otro. Me lo dijo después mi
hermano: “era Bautista”. Tuve una emoción inmensa en conocerlos y los encontré
maravillosos a los dos. Conocí otros dirigentes en el curso del tiempo: Edgardo Enríquez, el Gato Valenzuela, la
Dra. Matamala y varios que conocí solo con sus chapas.
¿Qué rol era asignado dentro de la organización
para con la mujer?
No podría contestarte la pregunta
sobre el rol de la mujer porque conocí muy poco. Sólo sé lo que tuve que
compartir con la Dra. Matamala y que creo era de gran importancia y ella una
mujer extraordinariamente valiosa.
¿Cómo vivió el
11 de septiembre de 1973?
El 11 de Septiembre Jorge (Jorge era
la chapa del Bauchi) estaba en casa. Estuvimos conversando la noche anterior
hasta tarde y ellos ya tenían informaciones que el Golpe estaba en la puerta.
El había dejado en la radio un discurso grabado que tendría que oírse el 11 a
las 7 de la mañana y me lo dijo. Me pasó su radio y me la dejó sintonizada donde
hablaría, sólo tenía que prender la radio. Al día siguiente (11/09) sonó el
despertador como 10 minutos antes y yo desperté a mis hijos que iban al colegio
a las siete en punto; la radio, nada. No quise cambiarla, la llevé y se la
pasé: "no hay radio” le dije; él me miró intrigado y empezó a cambiarla,
mientras lo hacía murmuraba "este es el día del golpe". Se duchó rápido,
se tomo un café y me ofreció llevar a mis hijos al colegio y se fueron. Quedó solamente
mi hija menor, pues no tenía clases temprano. No volvería a ver a Jorge hasta después
de las fiestas Patrias que no hubieron porque debían sacar los cadáveres de las
calles adyacentes a la Moneda.
¿Cómo se llega
a ser casa de seguridad del MIR?
Cuando me plantearon la posibilidad
de ser casa de seguridad para dos compañeros no sabía quién vendría. Llegaron
tarde y eso me lo habían avisado, pero entraron, se acostaron y durmieron y yo
solo los vería al otro día. Llegarían obedeciendo un plano que yo les mandé, no
había nombre de calle ni numero en las puertas, la reja exterior y la entrada
estaban con candado, pero se podía abrir sin llaves. Eran dos, Jorge y Simón y
permanecieron el 72 y 73, casi dos años.
¿Cuándo y cómo
se gesta el plan de seguridad del MIR? si es que no tiene mayor antecedente,
entréguenos su mirada y evalúe este plan de contingencia viendo aciertos y
errores.
No conocí nunca ningún plan de
Seguridad para ese día. Pero si existían muchas reglas a respetar. Se vivía
diferente, pero tratando de dar una normalidad aparente. Ellos en eso eran
escrupulosos, ellos tenían sus reglas como llegar a las horas, el otro trabajo era el mío: chequear el
vecindario, notar algo raro, alguien extraño que pasara. Creo que tuvimos para
ellos y ellos para nosotros solo aciertos, dos o tres errores fueron míos que
debíamos solucionar de inmediato. No supe nunca que habría un Plan y esto era
parte de la Seguridad: yo no sabía nada, "Mi deber era ser sorda, ciega y
muda”.
¿Cómo era el
día a día con el Bauchi en la casa?
Me levantaba a recibirlos de
amanecida. Llegaban agotados, cansados y hambrientos. El desabastecimiento
crecía y estuvimos pobres, pero su moral no bajaba y Simón que era el que
hablaba más y bromeaba más me decía: "les vamos a volar la raja
compañera". Puede ser que estuvieran preparando algo, pero de todas
maneras no habríamos ganado, éramos David contra Goliat.
¿Pensaba que la
dictadura podía ser derrotada en lo pronto?
Nunca pensé que la Dictadura seria
corta, por el contrario de lo que pensaba Jorge, que decía que las denuncias y
reclamos a las organizaciones Internacionales cambiarían las cosas. No pasó
nada y se los dije a los dos después de la Caravana de la Muerte, donde mataron
a mi hermano y a un primo de él en el sur.
Lo terrible estaba empezando. Siempre pensé que la Dictadura duraría mucho,
pero nunca pensé todas las atrocidades cometidas y que en 40 años no se ha
hecho justicia aún. Pienso en la Constitución que dejó. Pienso en el sistema de
vida de Chile y me avergüenzo, pienso en los valores morales que ya no existen.
Pienso en los sueños de Bautista, en los proyectos de Edgardo, pienso en
Miguel, pienso en Chile sin el cobre y sus riquezas naturales, pienso en el mar
privatizado, pienso en pascua lama, pienso en ustedes, los trabajadores y los
estudiantes y la esperanza abierta.
¿Cuál es su
opinión de: “el MIR no se asila”, que le comentaba Bautista al respecto, le
aconsejó usted alguna vez el exilio?
Creo que si lo hubieras preguntado
antes te diría que me costó casi cuarenta años comprender la decisión de “el
MIR no se asila” y aceptarla. Tenia que perderlo todo: mi hermano, las torturas
de mi hijo a los 16 años y su vida quebrada, la pérdida del Bauchi, de Miguel y
Edgardo, los compañeros que siguieron, comunistas extraordinarios, socialistas,
miristas y los heroicos muchachos del Frente, las acciones heroicas de todos
los militantes, simpatizantes de la resistencia, gente del pueblo, obreros,
pobladores, feriantes, las mujeres que sacábamos balas en los puestos médicos
clandestinos, las que vimos morir a los niños, a los hombres, a las guaguas en
las poblaciones, los que pudimos hacer en el 86 la revolución en Chile y nos
vendieron y nos traicionaron y aquí estamos, en el mismo punto con un sistema
corrupto con más de veinte años perdidos y no solo los años, tú lo sabes. Te
digo todo esto porque aquí está el “NO” del MIR. Debimos permanecer y la
mayoría así lo hizo y murieron. Es lo único que es limpio, transparente como
Bautista. Hoy se pueden abrir las banderas rojinegras con orgullo y decir: “nos
quedamos, estuvimos con el pueblo que humillaron y no nos escondimos en embajadas”.
Tenía razón Bautista, compañero. Yo le dije muchas veces que se asilara, se lo
rogué, le lloré que lo hiciera y me decía: “Por qué no asilas a tu hijo" que
tenía 14 años y era del FER, pero no era lo mismo le decía, y él me contestaba
"mi vida vale tanto como la de él”. Deje de pedírselo, pero han pasado los
años. Tuve que salir de Chile porque me fueron a detener y me arranqué. Me
vine. Sabía demasiado. Huí porque era madre y sabía que me podían hacer hablar.
Me arranqué por mis hijos y el riesgo de denunciar a otros que eran necesarios
en la lucha.
¿Quién, cuándo
y cómo se decide la salida del Bauchi de su casa?
La salida de la casa la decide él
porque tiene cólicos renales y es
preciso extraerle cálculos de forma urgente, la semana antes de su caída.
Vuelve a casa el 11 de Diciembre con pinta nueva, camisas y ropa interior de
verano. Me dice que volverá el sábado, a más tardar el domingo. No puedo
creerlo. Nunca se ha alejado tanto y tengo miedo. Me dice que a la parte que va
es segura, impecable. Le pregunto si es una embajada. No, no es una embajada
responde. No conozco otra parte que pueda ser más segura. El jueves 13 moriría.
Ese mismo jueves me llama el
compañero que se lo llevó de la casa y me pregunta: "está por ahí el
amigo". Yo le contesto que no y le pregunto que qué pasa. Te llamaré
cuando lo ubique me responde. El sábado 15 se teme una hospitalización (caída).
El domingo 16 tenemos confirmación. Y pienso que Bautista no habría caído
entonces, de haber permanecido en mi casa, pero si habría caído un día. Había
logrado arrancar a tiempo en dos oportunidades, no de mi casa sino de dos
lugares de reunión.
¿Usted en lo
personal, como vivió los años siguientes?
Me preguntas como viví los años
siguientes. No lo creerás pero viví luchando .Yo no he sido nunca mirista, pero
luché con ellos. Cuando ya casi se extinguía la fuerza central, golpe tras
golpe, volví a mi partido y combatí con ellos. Me dieron la responsabilidad de
trabajar con la dirección del frente y lo hice. Fue la época de mi reencuentro
con los que había perdido años antes. La misma pureza, la misma entrega. Fue
entonces que termina mi lucha y salgo en enero 1987. Llegamos a un foyer de
emigrados con mi hijo. Un día llega con un diario y veo la matanza de corpus
christi y la foto de mis hijos, así yo los llamaba. Me tuve que emborrachar
para después aprender a vivir de nuevo. Meses después matarían a mi comandante José
Miguel y Tamara.
¿Siente que
están un tanto olvidadas las “mujeres de la retaguardia”, en una sombra que
ellas mismas eligieron para mantener las casas de seguridad, servir de correo,
enlace. Etc.?
Alguna
experiencia particular, anécdota que nos quisiera contar.
Voy a contarte como era la vida con
el Bauchi y Edgardo. Antes del Golpe ambos se levantaban muy temprano, invierno
y verano. Yo me acostumbré a tomar desayuno con ellos. Trataba de tenerles
siempre su juguito de naranjas o pomelos, su café muy cargado y harto pancito,
cuando se podía con mantequilla o margarina y una tajadita de chancho, dos o
tres veces por semana se comían dos huevos, eran muy hambrientos. No llegaban
en todo el día. Generalmente volvían los dos juntos y usaban dos autos pequeños:
una citroneta blanca y un austin mini rojo. A veces me decían que andaban todo
el día con el desayuno y que a medio día generalmente comían un sándwich. Yo
guardaba la mitad del almuerzo para la noche, como algo de sopita, un poco de
arroz, porotos o lentejas que devoraban con pasión. Eso sí que nunca les falto
una fruta, su termo con te. Siempre conversábamos a la hora que llegaran de los
acontecimientos generales y yo les contaba de mi participación en los centros
de madres, JAP y otros. Nos hicimos
amigos pronto. Al mes ellos estaban acostumbrados. Fuera la hora que fuera
Bautista leía. Tenía siempre tres libros para leer, uno de consulta, otro en
ingles de algún autor famoso y otro chileno o latinoamericano y su música
infalible: sus casettes con música clásica. El era un hombre adorable, gentil,
delicado, hermoso. No hablaba mucho, pero si diría que siempre estaba pensando.
Cuando no salía se ponía atrás, que era el living, acostado sobre una alfombra
para leer. Pero cuando tenía que escribir era otra cosa. Escribía y después
entraba en la cocina a leerme lo que escribía. Me leía cosas lindas y profundas
sobre las relaciones humanas, sobre el Hombre y la búsqueda de Libertad, temas
humanos siempre. Estudiaba, leía, consultaba y jugábamos ajedrez y damas donde
yo era campeona de damas y le gané solo una vez al ajedrez. Edgardo era más
hosco, más ruidoso, más extrovertido. Tenía una voz profunda, era barítono y de
repente nos poníamos a cantar los tres, "volver", ese tango increíble
que nunca más lo pude oír sin ponerme a llorar a mares. El se fue de la casa
los primeros días de diciembre, le pregunte a Bautista que pasaba y me dijo:
"tiene algo que hacer" y no insistí, pero un día que el bauchi no
estaba sentí un ruido de moto y venia Edgardo entrando en moto, parecía un
adolescente con blue jeans y una polera rayada, le habían encrespado el pelo,
se veía diferente. Llegó con la moto hasta mí. Me dijo si podía recorrer la casa,
cuando entré lo vi mirando por una ventana con lagrimas en los ojos, no dije
nada. Me pidió las fotos que le había guardado y yo había embarretinado en una
caja, eran fotos de su familia, me pidió que lo fuera a dejar a la moto. Antes
de subir me abrazó muy largo diciéndome: eres grandiosa mujer, eres grandiosa,
estaba llorando. Comprendí que se iba y que no lo vería más. Se subió a la moto
y volvió, tenía la cara mojada y me seguía gritando: mujer eres grandiosa. Es
lo último que tengo de él. El último hermoso y triste recuerdo es cuando dijeron
que lo habían matado y que habían mandado un dedo para reconocerlo, lloré
varios días. Me cuesta recordar todo esto, pero el doctor dice que hace bien
recordar, que tengo que sacarme la carga que llevo durante casi 40 años con mis
muertos.
El Bauchi hoy,
¿Cómo se lo imagina? ¿En qué estaría?
Ahora recordar, suponer, decir,
creer, inventar que es lo que pensaría, como saldría Bautista de todo esto, sólo
les diría lo que me dijo cerca del 20 de septiembre aproximadamente cuando
volvió a su casa, a nuestra casa: "aquí lo único que hay que hacer es
unirnos, unidad antifascista, aquí ahora somos todos compañeros". Me
asombré de su voz, de su acento. Me fui acercando a él tímidamente porque de
tal manera llegó su grito que le dije: ¿qué puedo hacer ahora yo compañero? Seguir
luchando como lo has hecho hasta ahora, seguir luchando, me respondió. Nunca lo
he olvidado ningún día, ni un instante de mi vida. Tu sabias lo que estaba
pensando cuando te fuiste para siempre y evitaste mirarme. Hiciste la elección
perfecta, TRASCENDISTE A LA HISTORIA.
Que mensaje les
quiere dejar a las nuevas generaciones que hoy retoman y continúan con el
proyecto revolucionario en Chile.
Quisiera modestamente representar a
las Mujeres chilenas que nunca abandonaron la Patria y a las que hemos conocido
el exilio forzado en diferentes lugares del mundo y que constituimos durante 17
años la Resistencia y la Retaguardia en la lucha contra la Dictadura para
mandar un mensaje de esperanza y fuerza a las Nuevas Generaciones que hoy
renacen y toman en sus manos y en sus corazones la continuación del Proyecto
Revolucionario inconcluso en nuestra Patria. El Proyecto de Edgardo, del
Bauchi, de Miguel, de las luchadoras y los luchadores. Creemos que ese legado
les corresponde a ustedes los jóvenes chilenos, estudiantes o trabajadores,
cesantes o marginados de un sistema cruel e injusto y es deber continuarlo y
seguir impulsándolo. "La Historia es nuestra y la hacen los pueblos"
dijo nuestro Presidente Salvador Allende. Esta historia les pertenece a ustedes
porque son jóvenes y luchadores, porque no olvidan y porque son lo mejor de
nuestra patria. Con todo mi cariño y con todo nuestro cariño: Las mujeres de la
Retaguardia chilena.
Bautista Van Schouwen.
Edgardo “pollo” Enriquez y el
Bauchi.
Valiente Norma.... linda, generosa.... tienes razón ellos trascendieron incluso a generaciones que no les conocieron.... yo vi, toqué, miré a los ojos, escuche y hable con él..... aprendí de humanidad, y sin saber quién era Bautista Van Schouwen lo viví en los años 90 cuando ya no estaba en esta dimensión, le reencontré en los años 2007-2008 aprox., gracias a la TV en donde volví a escuchar su nombre, reconocí el rostro de aquel distinguido señor que compartió conmigo sus pensamientos en una cálida mañana camino a la universidad en Santiago de Chile..... no soy del MIR ni de ningún partido, simplemente una Chilena, admiro a los Valientes sea cuál sea su ideología y los apoyo en su pasión.... me duelen sus pérdidas tanto como si fueran mías y la fe me hace confiar que habrá un reencuentro en paz.... un abrazo
ResponderEliminarMujer valerosa, conoce: http://www.lashistoriasquepodemoscontar.cl/bauchi.htm
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