miércoles, 24 de octubre de 2012

Élections, piège à cons (Elecciones, trampa para idiotas)

Les dejamos a continuación un articulo del filosofo francés Jean Paul Sartre de 1973, pero que no pierde vigencia. Sobre todo en esta disputa intestina entre quienes acusan de infantilismo a cualquier organización que llame a no votar o abstenerse en estas elecciones. Esta no es un tipo de falacia de autoridad, pero Sartre marcó a toda una generación de jóvenes que inundaron las ciudades más importantes de París desfilando en contra del colonialismo francés, en contra de la guerra de Vietnam o en los hechos del mayo del 68. Como dijera Sartre, el marxismo es la filosofía insuperable de la época y por consecuencia su análisis merece leerse hoy día por toda la izquierda, esperando que no lo tachen de "anticomunista"

En 1789 se estableció el voto restringido: se hacía votar no a los hombres, sino a las propiedades reales y burguesas, que no podían conceder sus sufragios más que a sí mismas. Aunque profundamente injusto, porque se excluía del cuerpo electoral a la mayor parte de la población francesa, el sistema no era absurdo. Los electores votaban aisladamente y en secreto, lo que llevaba a separar a unos de otros y admitir entre sus sufragios sólo relaciones de exterioridad. Pero esos electores eran todos propietarios y por tanto estaban ya aislados por sus propiedades, que se cerraban sobre ellos y oponían las cosas y los hombres en toda su impenetrabilidad material. Las papeletas, cantidades discretas, traducían esa separación de los votantes y al sumar los sufragios se esperaba hacer surgir el interés común del mayor número, es decir su interés de clase. Por la misma época la Constituyente adoptaba la ley Le Chapelier, cuyo propósito declarado era suprimir las corporaciones, pero que además apuntaba a prohibir toda asociación de los trabajadores entre sí y contra sus empleadores. Así, los no poseedores, ciudadanos pasivos que no tenían ningún acceso a la democracia indirecta –es decir, al voto que usaban los ricos para elegir su gobierno–, pedían también todo derecho de agruparse y de ejercer la democracia popular o directa, la única que les convenía, ya que obviamente no se los podía separar por sus bienes.

Cuando, cuatro años más tarde, la convención reemplazó el sufragio restringido por el sufragio universal, no creyó necesario derogar la ley Le Chapelier, de modo que los trabajadores, definitivamente privados de la democracia directa, debieron votar en calidad de propietarios, aunque no poseyeran nada. Las agrupaciones populares, prohibidas pero frecuentes, pasaron a ser ilegales, pese a su legitimidad. A las asambleas elegidas por el sufragio universal se opusieron primero en 1794, después durante la Segunda República en 1848 y por último a poco de proclamarse la Tercera, en 1870, agrupamientos espontáneos pero a veces muy extendidos, a los que se debía llamar precisamente las clases populares o el pueblo. Sobre todo en 1848 pareció oponerse, a una Cámara elegida por el sufragio universal reconquistado, un poder obrero constituido en la calle y en los Talleres Nacionales [ [2]]. El desenlace es conocido: en mayo-junio la legalidad masacra a la legitimidad. Frente a la legítima comuna de París, la muy legal Asamblea de Bordeaux trasladada a Versailles imitó aquel ejemplo. Hacia fines del siglo pasado y comienzos del actual, las cosas parecieron cambiar: se reconoció a los obreros el derecho de huelga y las organizaciones sindicales fueron toleradas. Pero los presidentes del Consejo, jefes de la legalidad, no soportaban las irrupciones intermitentes del poder popular. Clemenceau en particular se destacó por romper huelgas. Todos, obsesionados por el temor de los dos poderes, rechazaban la coexistencia del poder legítimo, nacido aquí o allá de la unidad real de las fuerzas populares, y del poder falsamente único que ellos ejercían y que reposaba, en definitiva, en la infinita dispersión de los votantes. De hecho, hubieran caído en una contradicción que sólo la guerra civil habría podido resolver, porque la función del poder legal era desarmar al poder legítimo.

Al votar mañana, vamos a sustituir una vez más el poder legítimo por el poder legal. Éste, exacto, de una claridad aparentemente perfecta, atomiza a los votantes en nombre del sufragio universal. Aquél es todavía embrionario, difuso, oscuro en sí mismo: por ahora se confunde con el vasto movimiento antijerárquico y libertario que se halla en todas partes pero que aún no está organizado. Todos los electores participan de los grupos más diversos. Pero la urna los espera no como miembros de un grupo sino como ciudadanos. El cuarto oscuro, instalado en una sala de escuela o de municipio, es el símbolo de todas las traiciones que el individuo puede cometer hacia los grupos en los que participa. A cada uno le susurra: “Nadie te ve, no dependes de nadie, vas a decidir en la soledad y después podrás ocultar tu decisión o mentir”. Con esto basta para transformar a todos los electores que entran el cuarto en traidores potenciales. La desconfianza agranda la distancia que los separa.
Si pretendemos luchar contra la atomización, antes que nada debemos tratar de comprenderla.
Los hombres no nacen aislados: surgen en medio de una familia que los hace durante sus primeros años. Después formarán parte de diferentes comunidades socioprofesionales y fundarán su propia familia. Se los atomiza cuando grandes fuerzas sociales –las condiciones de trabajo en el régimen capitalista, la propiedad privada, las instituciones, etcétera– presionan sobre los grupos en los que participan para dividirlos y reducirlos a las pretendidas unidades originales. El ejército, para limitarnos al ejemplo de una institución, nunca considera la persona concreta del recluta, que sólo puede obtenerse sobre la base de su pertenencia a grupos existentes. Sólo ve en él al hombre, es decir, el soldado, entidad abstracta que se define por los deberes y los escasos derechos que representan sus relaciones con el poder militar. Este “soldado” que precisamente el recluta no es pero al cual el servicio militar quiere reducirlo, es otro distinto de sí mismo e idénticamente otro en todos los incorporados de una misma clase. Es esta misma identidad la que los separa, porque sólo representa para cada uno el conjunto preestablecido de sus relaciones con el ejército. Así, durante las horas de entrenamiento, cada uno es otro distinto de sí y, al mismo tiempo, idéntico a todos los Otros que también son otros respecto de sí mismos. No puede tener relaciones reales con sus camaradas mientras todos juntos no se despojen, durante las comidas o por la noche, en la cuadra, de su ser soldado. Con todo, la palabra “atomización”, tan empleada, no da una idea cabal de la situación de las personas dispersadas y alienadas por las instituciones. Aunque se pretende reemplazar sus relaciones concretas con las personas por simples lazos de exterioridad, no es posible reducirlas a la soledad del átomo. No se los puede excluir de toda vida social: el soldado toma el micro, compra el diario, vota. Ello supone que emplea los “colectivos” con los Otros. Simplemente los colectivos se dirigen a él como a un miembro de una serie (la de los compradores de diarios, de los telespectadores, etc.). En su esencia, deviene idéntico a todos los demás miembros y únicamente se diferencia de ellos por su número de orden. Diremos que está serializado. La serialización de la acción reaparece en el campo práctico-inerte, donde la materia se hace mediación entre los hombres en la medida en que los hombres se hacen mediación entre los objetos materiales (cuando un hombre toma el volante de su automóvil ya no es más que un conductor entre otros y, en consecuencia, contribuye a disminuir la velocidad de todos y la suya propia, hecho contrario a lo que deseaba cuando quería poseer él mismo un coche).
Desde ese momento nace en mí el pensamiento serial, que no es mi propio pensamiento sino el del Otro que soy y el de todos los Otros. Hay que llamarlo pensamiento de impotencia, porque lo produzco mientras soy el Otro, enemigo de mí mismo y de los Otros, y mientras llevo a todas partes es Otro conmigo. Pensemos en una empresa donde no se ha producido ninguna huelga desde hace veinte o treinta años, pero donde el poder de compra del obrero disminuye constantemente a causa de la “carestía de la vida”. Cada trabajador comienza a emprender una acción reivindicativa. Pero los veinte años de “paz social” han establecido poco a poco entre los trabajadores relaciones de serialidad. Toda huelga, aunque sea de veinticuatro horas, exigiría un reagrupamiento de los trabajadores. Entonces el pensamiento serial –que separa– resiste tenazmente a las primeras manifestaciones del pensamiento de grupo. Será racista (los inmigrantes no nos acompañarían), misógino (las mujeres no nos entenderían), hostil a las otras categorías sociales (los pequeños comerciantes no nos ayudarían más que los campesinos del interior), desconfiado (mi vecino es Otro, de modo que no puedo saber cómo reaccionaría), etc. Todas estas proposiciones separatistas no representan el pensamiento de los propios obreros sino el de los otros que ellos son y que quieren conservar su estado de identidad y de separación. Si se logra la unidad no quedarán vestigios de esa ideología pesimista. Su única función era justificar el mantenimiento del orden serial y de la impotencia, en parte sufrida, en parte aceptada.
El sufragio universal es una institución, un colectivo que atomiza o serializa a los hombres concretos y se dirige a ellos como entidades abstractas, los ciudadanos, definidos por un conjunto de derechos y de deberes políticos, es decir por su relación con el estado y sus instituciones. El estado los hace ciudadanos dándoles, por ejemplo, el derecho de votar una vez cada cuatro años, con la condición de que reúnan requisitos muy generales –ser franceses, tener más de veintiún años–, que no caracterizan realmente a ninguno de ellos. Desde ese punto de vista, todos los ciudadanos, hayan nacido en Perpignan o en Lille, son absolutamente idénticos, como vimos que eran los soldados en el ejército: sus problemas concretos surgidos en sus familias o en sus reuniones socioprofesionales no interesan. Frente a sus soledades abstractas y a sus separaciones se levantan grupos o partidos que solicitan sus votos. Se les dice que van a delegar su poder a una o varias de esas agrupaciones políticas. En rigor, para “delegar su autoridad” sería preciso que la serie constituida por la institución del voto poseyera por lo menos una parte de ella. Pero esos ciudadanos idénticos y fabricados por la ley, desarmados, separados por la mutua desconfianza, mistificados aunque conscientes de su impotencia, no pueden en ningún caso, mientras siguen en la situación serial, constituir ese grupo soberano del que se nos dice que emana todos los poderes: el Pueblo. Porque, como hemos visto, se les ha otorgado el sufragio universal para atomizarlos e impedirles agruparse entre sí. Sólo los partidos, que son originariamente grupos –por otra parte más o menos serializados y burocratizados– pueden considerarse en posesión de un embrión de poder. En ese sentido, habría que invertir la fórmula clásica, y cuando un partido dice: “¡Elíjanme!” no interpretar que los electores le delegarían su soberanía, sino que los votantes, que rechazan unirse en grupo para acceder a la soberanía, designarían a una o varias comunidades políticas ya constituidas para extender el poder que éstas ya poseen hasta los límites nacionales. Ningún partido podrá representar a la serie de ciudadanos, porque extrae su poder de sí mismo, es decir, de su estructura comunitaria; la serie de impotencia no puede en ningún caso delegarle una parcela de autoridad. Pero, inversamente, el partido, sea cual fuere, usa de su autoridad para actuar sobre la serie, pidiéndole que le dé sus votos; y su autoridad sobre los ciudadanos serializados sólo está limitada por la que tienen todos los otros partidos juntos. En otras palabras, cuando voto, abdico de mi poder –es decir, de la posibilidad que está en cada uno de constituir con todos los otros un grupo soberano que no tiene ninguna necesidad de representantes– y afirmo que nosotros, los votantes, somos siempre otros respecto de nosotros mismos, y que ninguno de nosotros puede en ningún caso abandonar la serialidad por el grupo, sino a través de intermediarios. Sin duda votar es, para el ciudadano serializado, dar su voto a un partido, pero es sobre todo votar por el voto, como dice Kravetz aquí mismo [ [3]], es decir, por la institución política que nos mantiene en estado de impotencia serial. Es lo que se vio en junio de 1968, cuando de Gaulle pidió a la Francia de pie y agrupada que votara, es decir que se postrara y se revolcara en la serialidad. Los grupos no institucionalizados se deshicieron; los electores, idénticos y separados, votaron por la UDR [ [4]], que prometía defenderlos contra la acción de los grupos que ellos mismo integraban hasta hacía unos pocos días. Es lo que ocurre hoy, cuando Séguy pide tres meses de paz social para no inquietar a los electores, aunque en realidad quiere esa paz para que las elecciones sean posibles, lo que no sucedería si quince millones de huelguistas decididos y aleccionados por la experiencia de 1968 se negaran a votar y pasaran a la acción directa. El elector debe permanecer postrado y compenetrarse de su impotencia; en esas condiciones elegirá partidos que ejercerán su propia autoridad y no la del elector. De ese modo, cada uno, encerrado en su derecho de voto como un propietario en su propiedad, elegirá a los que serán sus amos durante cuatro años, sin advertir que ese pretendido derecho de voto no es otra cosa que la prohibición de unirse con los otros para resolver a través de la praxis los verdaderos problemas.
La forma de escrutinio –siempre elegida por los grupos de la Asamblea, nunca por los electores– empeora las cosas. Aunque el sistema proporcional no arrancaba a los votantes de la serialidad, por lo menos utilizaba todos los votos. La Asamblea daba una imagen correcta de la Francia política, es decir, serializada, porque los partidos estaban representados en proporción al número de votos que cada uno de ellos había obtenido. Nuestra votación por lista completa, por el contrario, se inspira en el principio opuesto según el cual, como decía con toda propiedad un periodista, el 49 por ciento es igual a cero. Si en una circunscripción, en la segunda vuelta, los candidatos de la UDR obtienen el 50 por ciento de la oposición caen en la nada: corresponden nada menos que a la mitad de la población que no tiene el derecho de estar representada.
En tal sistema, tomemos a un elector que votó por los comunistas en 1968 y cuyos candidatos no han sido elegidos. Supongamos que va a votar también por el PC en 1973. No dependerá de él que los resultados sean diferentes de los de 1968, porque en ambos casos habrá votado por los mismos candidatos. Para que su voto sea útil, es preciso que cierto número de electores que en 1968 votaron por la mayoría actual, cansados, se desvinculen de ella y deseen votar más a la izquierda. Pero en primer lugar no es tarea de nuestro hombre decidirlos a ello; por otra parte, esos electores pertenecen con seguridad a otro medio y él ni siquiera los conoce. Todo se resolverá en otro lugar y de otro modo: por la propaganda de los partidos, por determinados órganos de prensa. Al elector del PC sólo le cabe votar, eso es todo lo que se le pide: votará pero no participará en las acciones que apuntan a modificar el sentido de su voto. Además, muchos a los que tal vez se podría hacer cambiar de opinión son hostiles a la UDR pero visceralmente anticomunistas: preferirán elegir “reformadores” [ [5]] que se transformarán de ese modo en los árbitros de la situación. No es verosímil que se unan al PS-PC; más bien aportarán su fuerza complementaria a la UDR que, como ellos, quiere conservar el régimen capitalista. El significado objetivo del voto del elector comunista es, pues, la alianza de la UDR con los reformadores. En efecto, ese voto es necesario para que el PC conserve sus sufragios e incluso los aumente, y este aumento es precisamente el que disminuirá el número de los elegidos de la mayoría y los decidirá a arrojarse en los brazos de los reformadores. Si se aceptan las reglas de este juego de tontos, entonces no hay nada que decir. Pero mientras nuestro elector sea él mismo, es decir un hombre concreto, el resultado que habrá obtenido como Otro idéntico no lo satisfará par a nada. Sus intereses de clase y sus determinaciones individuales coincidían para hacerle elegir una mayoría de izquierda. En cambio, habrá contribuido a enviar a la Asamblea una mayoría de derecha y de centro en la que el partido más importante seguirá siendo la UDR. Así, cuando nuestro hombre coloque su boleta en la urna, esa boleta recibirá de las otras una significación distinta que la que él habrá creído darle. Volvemos a hallar aquí la acción serial, tal como la habíamos hallado en el sector práctico-inerte.
Y eso no es todo: como al votar afirmo mi impotencia institucionalizada, la mayoría de turno no tiene el menor recato en cortar, modelar y manipular el cuerpo electoral, dando ventaja a los campos y a las ciudades que “votan bien” a costa de los suburbios y arrabales que “votan mal”. Quiere decir que hasta la misma serialidad del electorado es transformada. Si fuera perfecta, un voto valdría igual a otro. Pero no es nuestro caso: hacen falta ciento veinte mil votos para elegir un diputado comunista y sólo treinta mil para llevar a la Asamblea a un UDR. Un elector de la mayoría vale cuatro electores del PC. En realidad, estos votan contra una supermayoría, es decir contra una mayoría que quiere mantenerse en su lugar a través de otros medios que la simple serialidad de los votos.
¿Por qué razón he de votar? ¿Por qué se me ha convencido de que el único acto político de mi vida consiste en colocar mi sufragio en la urna una vez cada cuatro años? Pero eso es lo contrario de un acto. Al proceder de ese modo lo único que hago es mostrar mi impotencia y obedecer al poder de un partido. Además, dispongo de un voto de valor variables según obedezca a éste o aquél. Por eso la mayoría de la futura Asamblea descansará sobre una coalición y las decisiones que tome serán compromisos que podrán no reflejar de ningún modo los deseos que expresaba mi voto. En 1959 la mayoría votó por Guy Mollet porque pretendía hacer la paz cuanto antes en Argelia. El gobierno socialista que tomó el poder decidió intensificar la guerra. Esto hizo que muchos electores pasaran de la serie –que no sabe nunca por quién ni por qué vota– al grupo de acción clandestina. Es algo que deberían haber hecho mucho antes pero fue precisamente el improbable resultado de sus votos lo que mostró la impotencia del sufragio universal.
En realidad todo es claro si se lo piensa bien y se llega a la conclusión de que la democracia indirecta es una mistificación. Se pretende que la Asamblea elegida es la que refleja mejor la opinión pública. Pero toda la opinión pública es serial. La imbecilidad de los mass media, las declaraciones del gobierno, la manera parcial o trunca con que los diarios reflejan los acontecimientos, todo viene a buscarnos en nuestra soledad serial y nos lastra con ideas de piedra, hechas de lo que pensamos que han de pensar los otros. Seguramente guardamos en nuestra intimidad exigencias y protestas pero al no ser comunicadas y confirmadas por los otros se rompen en nuestro interior y nos dejan “moretones en el alma” y un sentimiento de frustración. Entonces, cuando se nos convoca a votar, tengo –yo-Otro– la cabeza rellena de las ideas petrificadas que la prensa o la TV han ido amontonando en ella, y son esas ideas seriales, y no mis ideas, las que se expresan a través de mi voto. El conjunto de las instituciones de la democracia burguesa me desdobla: estoy yo y todos los Otros que, según me dicen, soy (francés, soldado, trabajador, contribuyente, ciudadano, etc.). Este desdoblamiento nos hace vivir en lo que los psiquiatras llaman una crisis de identidad continua. ¿Quién soy, en definitiva? ¿Otro idéntico a todos los otros y habitado por esos pensamientos de impotencia que nacen doquiera y no son pensados en ningún lugar, o yo mismo? ¿Y quién es el que vota? Ya no me reconozco.
Están también los que votarán, como dicen, “para cambiar de crápulas”. O sea que, para ellos, la prioridad absoluta es provocar la caída de la mayoría UDR. Y reconozco que sería una gran cosa dar por tierra con esos políticos deshonestos. ¿Pero se ha pensado que, para voltearlos, hay que poner en su lugar a otra mayoría que mantiene los mismos principios electorales?
UDR, reformadores y PC-PS son concurrencistas. Estos partidos se sitúan en una franja común que es la representación indirecta, su poder jerárquico y la impotencia de los ciudadanos: en otras palabras, el “sistema burgués”. El hecho de que el PC, que se pretende revolucionario, haya caído, desde la coexistencia pacífica, en la búsqueda burguesa del poder aceptando la institución del sufragio burgués, debería hacer pensar a algunos. Se trata de determinar quién adormecerá mejor a los ciudadanos: la UDR habla de orden, de paz social; el PC quiere hacer olvidar su imagen revolucionaria. Y en estos días lo logra tan bien, con la solícita colaboración de los socialistas, que si llegara a tomar el poder gracias a nuestros votos rechazaría sine die la revolución y se transformaría en el más estable de los partidos electorales. ¿Hay tantas ventajas en cambiar? En cualquier caso se ahogará la revolución en las urnas, lo que no es sorprendente, dado que de todos modos están hechas para eso.
Sin embargo, algunos quieren ser maquiavélicos, usando sus sufragios para obtener un resultado distinto del serial. Quieren enviar –si pueden– una mayoría PC-PS a la nueva Asamblea. Con eso esperan obligar a Pompidou a desenmascararse y disolver la Cámara; de ese modo, obligarnos a la lucha activa, clase contra clase o más bien grupo contra grupo, tal vez a la guerra civil. ¡Qué extraña ocurrencia de serializarnos con el beneplácito del enemigo, para que reaccione violentamente y nos obligue a agruparnos! Es un error. Para maquiavelizar hay que partir de datos precisos y cuyo efecto se pueda prever. No es éste el caso: no se pueden prever con seguridad los resultados de un sufragio serializado. Es previsible que la UDR pierda bancas y que el PS-PC y los reformadores las ganen; el resto no es suficientemente probable como para deducir una táctica. Un solo indicio: el sondeo del IFOP publicado el 4 de diciembre de France-Soir asigna un 45 por ciento al PC-PS, 40 por ciento a la UDR y 15 por ciento a los reformadores. Y esta curiosa comprobación: hay muchos más sufragios por el PC-PS que gente convencida de que esta coalición puede ganar. Habrá pues, considerando todas las incertidumbres de un sondeo, mucha gente que votará por la izquierda con la seguridad de que ésta no obtendrá la mayoría de los sufragios, y muchos para los cuales la eliminación de la UDR es prioritaria pero que no tienen ningún deseo de reemplazarla por la izquierda. En el momento en que escribo, 5 de enero de 1973, estas observaciones dan como probable una mayoría UDR-Reformadores. En ese caso, Pompidou no disolverá la Asamblea, preferirá arreglarse con los reformadores: la mayoría se moderará un poco, habrá menos escándalos, o sea que se las ingeniarán para que sean descubiertos con menor facilidad, J-J S-S [ [6]] y Lecanuet [ [7]] entrarán en el gobierno. Y nada más. El maquiavelismo se volverá así contra los pequeños Maquiavelos [ [8]].
Si desean volver a la democracia directa, la del pueblo en lucha contra el sistema, la de los hombres concretos contra la serialización que los transforma en cosas, ¿por qué no empezar por ahí? Votar, no votar: es lo mismo. Abstenerse es, en efecto, confirmar la nueva mayoría, sea cual fuere. Nada de lo que se haga al respecto tendrá sentido si al mismo tiempo, es decir desde hoy, no se lucha contra el sistema de la democracia indirecta que nos reduce deliberadamente a la impotencia, tratando de organizar, cada uno de acuerdo con sus posibilidades, el amplio movimiento antijerárquico que en todas partes cuestiona las instituciones.

domingo, 21 de octubre de 2012

Democracia Corinthiana, el buen fútbol y el pueblo en la cancha

Hoy, en un día de "super-clásico" en donde los pobres del colo se enfrentan con los pobres de la U de Chile (en las tribunas), queremos hablar de fútbol, de pichangas y luchas; ya no entre las barras. No vamos a estar de sociólogos explicando el origen de la violencia en los estadios porque mal que mal, todos deberíamos tenerla más o menos clarita, sobre todo en un país como Chile, en donde el fútbol es tema de toda la semana. 

Hoy queremos presentar un proyecto visionario, a nuestro conocimiento único en el fútbol mundial. Se trata de la Democracia Corinthiana (para algunos sin la "h"). Es uno de esos derroteros que toma la historia tras la suma de varias circunstancias. Lo queremos destacar hoy, para que veamos que no sólo hay que democratizar ciertos espacios, sino que toda la vida, en todo lo que hagamos tenemos que transformar las relaciones sociales que se dan bajo una óptica de profundo individualismo y poca participación en lo que nos concierne, y precisamente el fútbol, donde al igual que en toda la sociedad, prima lo económico, florecen las sociedades anónimas y sólo decide esa minoría que se enriquece con lo que por antonomasia nos divierte y por tanto debiese pertenecer a todas y todos.   


Hay equipos de fútbol que quedan en la historia por los resultados conseguidos, por los títulos alcanzados. Hay otros que lo hacen por el “vuelo” de su juego. Unos pocos conjugan ambas circunstancias y son los que rompen el molde y ven su nombre tallado en mármol (?). Muchos menos son los casos de equipos que pasan a la leyenda, al menos de modo positivo, sin haber obtenido grandes logros desde lo deportivo.
La Democracia Corintiana es quizá el símbolo máximo de este último grupo de equipos. Jugaba como los dioses, sí, ganó algunos torneos, también, pero no fue eso lo que convirtió al Timao de principios de los 80s en mito. El fenómeno nacido en el popular club paulista tuvo sus líderes, claro, pero nadie puede ser considerado el padre de la criatura. La coincidencia de 5 o 6 personas, con distintas funciones, en un mismo club, al mismo tiempo, y con el marco de un país agobiado por una larga dictadura militar, fue la clave de una verdadera revolución que excedió lo meramente futbolístico.
Esa conjunción de dirigentes y jugadores dispuestos a intentar algo distinto en un mundo tan conservador como el del fútbol, más el apoyo de un entrenador que veía con buenos ojos la movida, fue la que motivó que ese Corinthians 82/83 pasara a la historia.
Los futbolistas, liderados por Sócrates, Zenon, Wladimir y Casagrande comenzaron a interesarse cada vez más en la vida del club. Los directivos, sin abandonar sus obligaciones empezaron a prestar atención no sólo a los reclamos de los deportistas, sino también a sus propuestas. Al principio hubo cierta resistencia en algunos integrantes del plantel, que no veían como la democratización del club y el cambio de los paradigmas eternos en el fútbol podrían redundar en un bien tangible para ellos.
Sin embargo con la fuerza de un aluvión el movimiento fue creciendo. Los jugadores, directivos y cuerpo técnico explicaron claramente las ventajas del sistema que se quería instaurar, y que nadie sería obligado a nada. Todo pasó a ser discutido, todo pasó a ser votado. Cada miembro del plantel tenía un voto, desde el capitán hasta el último de los suplentes. Pero no sólo los futbolistas podían votar, también podían hacer los integrantes del cuerpo técnico, los utileros y los choferes. Además, cualquiera podía proponer, no sólo era cuestión de decir sí o no a lo que pensara una elite iluminada. Los cuatro jugadores más representativos del plantel participaban de las reuniones de comisión directiva.
Todo pasó a ser materia de elección. Que se comía; si el micro que llevaba a la delegación paraba para descansar, ir al baño o comer algo; que día viajar para cada partido como visitante; si se concentraba o no, y en su caso dónde y desde cuándo, todo se votaba; en qué lugar se iban a hospedar. Qué futbolistas llegarían y quienes se irían. Los jugadores también discutían con el técnico sobre la táctica para cada partido, pero sólo lo hacían sobre el esquema y el juego en sí, nunca sobre quien debía jugar o no. 
Con el tiempo si bien siguieron debatiéndose esas cuestiones fue abriéndose la cuestión a temas más trascendentales. La concentración antes de los partidos fue una de ellas. La idea original era suprimirlas directamente, Sócrates incluso habló públicamente en contra de las mismas. Preguntado años después sobre la necesidad de las mismas O Doutor fue bastante  claro en su opinión, la misma que tenía en sus años de jugador:
Sólo sirve para masturbarse… En verdad sólo sirve para tener custodiado a un tipo. Yo siempre pensé lo contrario: ¿dónde comes mejor, en tu casa o en un hotel?. Y cuando estás preso, ¿con qué sueñas?. Con la libertad. Si tu estás preso para jugar, sólo sueñas con el fin del partido, no con el partido. Cuando no estás preso, el tesón está en el partido. Tu estás preso allí por 24, a veces 48 horas, y estás podrido, no quierres saber nada con el partido, quieres que termine para poder tomártelas. Gran parte del comportamiento en el fútbol tiene que ver con eso. Quédate preso todo el tiempo, y cuando sales haces todas las bestialidades en media hora… Quieres tener a todas las mujeres, quieres tomar todo aquello a lo que tienes derecho, y todo en media hora. Entonces, la concentración no sirve para nada, solamente para que los jugadores permanezcan, aniñados, empequeñecidos, continúen sin pensar
De todos modos, la concentración no fue abolida. Los jugadores decidieron que sería optativa. Algunos futbolistas preferían concentrar, porque podían estar más tranquilos, otros preferían hacerlo antes de determinados partidos.
Tal vez el punto máximo del autogobierno de los jugadores del Corinthians fue la designación de Zé María, ex compañero de ellos, como entrenador luego de la ida de Travaglini al Sao Paulo. Dicho así parece poca cosa, pero es un hecho increíble, tanto para esa época, como para estos tiempos. ¡Los jugadores elegían al técnico!. El ciclo de Zé María no fue demasiado exitoso, y los futbolistas eligieron también a su reemplazante.
Pero quizá el objetivo (futbolístico) al que los jugadores aspiraban no haya sido ese –de hecho Sócrates minimizó la cuestión de la elección del DT, diciendo que tenía una importancia más simbólica que real-. El máximo norte que se pusieron los futbolistas fue la abolición del concepto de pase.
Wladimir lo explicó años después con estas palabras
Yo siempre estuve a favor de la extinción del pase. En aquella época discutíamos mucho eso. Sócrates se preocupaba mucho con los menos favorecidos, los jugadores que no tenían nombre, los que no tenían una trayectoria importante que los sustentara. Nada es más soberano que la libertad de ir y venir. Nosotros (los futbolistas) éramos los únicos trabajadores que no teníamos la libertad de ir y venir. Yo estaba insatisfecho en el club, los chicos me apoyaban. Un club me quería, otro club me quería, pero nada. Existía un pase, un vínculo, un grillete que sólo se quebraba con la buena voluntad de un dirigente. En nuestra época para quedar libre tenías que tener 10 años en el club y 32 años de edad
La iniciativa no prosperó en el momento, pero años más tarde se modificó la reglamentación atinente a los pases de los jugadores.
Muchos de los futbolistas comenzaron a participar también en la vida política del club. Algunos, fueron incluso candidatos al Concejo Deliberativo del Corinthians. Wladimir aceptó postularse cuando se enteró que Vicente Matheus iría por la oposición. Declaró, el jugador, que había que acabar con los preconceptos, que los jugadores no debían pensar sólo en lo que pasaba dentro de la cancha. No sólo algunos jugadores se metieron en la política interna de la institución, también lo hizo una de las “torcidas organizadas” más grande de Brasil, Gavioes da Fiel, un grupo que además de ser uno de los sectores de la hinchada corinthiana es una scola do samba con varios títulos en su haber.
El día de las elecciones había un partido en Río de Janeiro. Los jugadores más politizados querían estar en el club, hacer boca de urna, torcer algún voto, y viajar para llegar justo antes del comienzo del partido. Ganaron los otros, los amargos, que votaron por viajar el día anterior. 1 voto fue la diferencia, pero la mayoría había decidido, por más que del otro lado estuviesen Sócrates y compañía.
Hasta este momento el relato justifica por sí mismo el nacimiento y la vigencia de la leyenda, pero la Democracia Corinthiana fue más que una experiencia futbolística.

La Democracia Corinthiana y la política brasileña
Desde 1964 Brasil vivía bajo un régimen militar. A inicios de los años 80 comenzaba a hablarse de una salida a la democracia, pero aún estaba todo muy verde.
En 1983, el senador Teotônio Vilela, lanzó públicamente por el canal Bandeirantes la propuesta de “Diretas já”. Rápidamente por todo el país comenzaron a llevarse a cabo manifestaciones multitudinarias a favor de la moción. El plantel del Corinthians se sumó a la movida también en seguida, al igual que intelectuales, artistas, sindicalistas y políticos. Tras el lema se buscaba la vuelta de las elecciones directas, sin Colegio Electoral, es decir que se respetara sin restricciones la voluntad del pueblo.
La expresión “Democracia Corintiana” ya era corriente. La había acuñado uno de los mayores publicistas brasileños, Washington Olivetto, después de escuchársela mencionada al pasar al periodista Juca Kfouri. Olivetto se sumó al movimiento, y aprovechando que desde principio de la década se permitían en las camisetas de los equipos brasileños las inscripciones, propuso –y se le aceptaron- dos leyendas para las del Corinthians, todo antes del lanzamiento del Diretas Já. Una rezaba “Democracia Corintiana”, la otra “Día 15 Vote”, en alusión a las elecciones para gobernador de San Pablo. Rápidamente los militares obligaron a quitar los mensajes, diciendo que la autorización era sólo para publicidades, y en ningún caso para fines políticos.
Los jugadores de todos modos se las ingeniaron para apoyar la campaña de Diretas Já aún dentro del campo de juego. Comenzaron a salir con banderas con esa inscripción y Sócrates a usar una vincha que tenía esa leyenda. Años después, en el Mundial de México 86 FIFA sancionó al Doutor por usar vinchas que decían “PAZ” o “Reagan Asesino”.
El Timao había ganado el Paulista 1982 y también se llevaría el de 1983. En la final de ese torneo, ante Sao Paulo, los jugadores salieron al campo con un lienzo que haría historia Ganar o Perder, pero siempre con Democracia. Ganaron.

Los futbolistas comenzaron a hacer campaña abiertamente por las Diretas Já. Sócrates comenzó a manifestar que si perdía la propuesta Dante de Oliveira –que propugnaba la reforma constitucional para permitir las elecciones directas- se iría del país. Los jugadores aparecían en actos, se juntaban con sindicalistas y artistas. Rita Lee salía al escenario con la camiseta del Corinthians. Un joven Lula aparecía en las fotos con los astros del futebol. También Adilson Monteiro Alves aparecía en los escenarios en los actos.
La campaña por las Directas fue el punto máximo del compromiso político de la Democracia Corintiana. Así lo entendió el propio Casagrande:
El ápice de la Democracia Corintiana fue estar en los estrados en las Diretas, discutiendo con un millón de personas en la Praça de Sé: (uno de los puntos más importantes de San Pablo, km cero de las rutas provinciales) sobre la democracia del país. Luchando para una elección directa para el Presidente de la República. Eramos cuatro jugadores de fútbol en el estrado, del mismo equipo y del mismo proceso, la Democracia Corintiana… Fue el punto máximo, y el inicio del fin
Asimismo Sócrates años después recordaba como se comprometieron no sólo con la campaña de las Diretas Já, sino también con las cuestiones estaduales, como por ejemplo el apoyo a la primera candidatura a gobernador de Lula. De todos modos la Democracia Corintiana ya no era vista como un fenómeno simpático por todos los medios. Algunos comenzaron a criticar abiertamente a los jugadores, diciendo que se ocupaban de cosas que no eran de su incumbencia. Los trataban de poco profesionales y poco menos que de vendedores de espejitos de colores.
El 16 de abril de 1984 más de un millón de personas marcharon por las calles paulistas en apoyo a las Diretas. Sócrates fue uno de ellos, y volvió a advertir “Si el Congreso Nacional no aprueba la enmienda de las elecciones directas, me voy del país“. El 25 de abril la propuesta Dante de Oliveira perdió en el Congreso. En realidad ganó por amplio margen, pero no llegó a la mayoría necesaria para enmendar la Constitución. Las elecciones presidenciales de la vuelta a la democracia brasileña serían indirectas. Sócrates cumplió su promesa y al poco tiempo, y después de 297 partidos con 172 goles con la camiseta blanca, se fue a jugar a Italia, a la Fiorentina. También se fue, en medio de cierto escándalo, Casagrande, a préstamo a Sao Paulo. Zenon y Wladimir siguieron un tiempo más, pero en 1985 ambos dejaron al Timao.
También dejó el club en 1985 el presidente de los años de la Democracia Corintiana, Waldemar Pires, que no quiso presentarse a una reelección ni forzar los estatutos para perpetuarse en el poder. El candidato oficialista era Adilson Monteiro Alves, pero algo ya se había roto. El sociólogo revolucionario se había aburguesado, ya no consultaba a los jugadores, y hacía y deshacía a su antojo. El oficialismo estaba quebrado y Vicente Matheus, zorro viejo, aprovecharía la volada. Sabedor de que no sería bien recibida su candidatura apoyó a un candidato que no le haría sombra ni le discutiría, Roberto Pasqua, que apañado por ciertos artilugios del estatuto ganó las elecciones vetando la participación de varios consejeros que adherían a Monteiro Alves. Dos años más tarde Vicente Matheus volvería a ser presidente del Sport Club Corinthians Paulista. En 1991 lo reemplazaría en el cargo su esposa, Marlene.

Como podemos ver todo puede pasar porque son cosas del furbol 










miércoles, 17 de octubre de 2012

Neltume y Nahuelbuta. La experiencia guerrillera del MIR.


Dedicado al Comandante Paine y a su puñado de hombres. Dedicado a la entrega y generosidad de los compañeros que ayer trazaron el camino.  

En el año 1978, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria MIR, formuló un plan táctico-estratégico para combatir a la dictadura militar, el cual se basaba en la estrategia de la Revolución Proletaria, que se debía materializar a través de la Guerra Popular. Este plan pasó a denominarse "Plan 78" con los siguientes lineamientos centrales:

a. Como objetivo estratégico se planteaba avanzar hacia una creciente acumulación de fuerza social, política y militar, que permitiera a largo plazo derrocar a la dictadura desde abajo y establecer un gobierno democrático, popular y revolucionario.

b. Como objetivo táctico, se orientaba al desarrollo de la resistencia de masas, combinando las acciones clandestinas con el impulso de la lucha abierta y ofensiva. No solo se veía la resistencia armada como una línea estratégica fundamental; sino también como un factor táctico decisivo en la cual la propaganda armada se presentaba como una línea de acumulación de fuerza militar primaria y la preparación de las condiciones para el paso a la lucha guerrillera urbana, suburbana y rural.

c. Instrumento fundamental para el desarrollo de este lineamiento era el MIR como partido. El cual debía esforzarse en reorganizarse y reconstruirse nacionalmente. Y como un apoyo importante se alentó el retorno de cuadros desde el exterior y la construcción de una retaguardia de apoyo directo y especializado al frente.
Con este lineamiento, más el trabajo preparativo militar permitiría al MIR pasar a extender la lucha guerrillera y avanzar en el desarrollo social, político y militar de la Guerra Popular. Esta fue la perspectiva estratégica y táctica que guío al MIR para desarrollar el trabajo de preparación, reconocimiento y habilitación de zonas y bases para la instalación de fuerzas militares y guerrilleras en el sur de Chile.
Este proyecto estratégico consistía en la apertura de dos frentes guerrilleros rurales en la zona sur de Chile. Las zonas geográficas escogidas para el asentamiento de las fuerzas guerrilleras fueron:

1. Neltume: frente número 1: En este frente se conformaría una columna guerrillera del orden de una compañía.

2. Nahuelbuta: frente número dos: Aquí se conformaría una columna del orden de un pelotón.

Dentro de estos planes se consideró las conformaciones de unidades tácticas de combates suburbanas, las que coparían los espacios entre la ciudad y el monte. Fuera de este gran esfuerzo, se inició otro con perspectiva a desarrollar un trabajo de conformación de redes de apoyo clandestinas y de una base social de apoyo concebida como base de sustentación de la guerrilla y por lo tanto funcional a ella y a sus necesidades. La conformación de estas redes debía ser previa o simultánea con el asentamiento de la guerrilla en el monte.

Para poder realizar estos lineamientos se preparó e instruyó a un contingente numeroso de miembros del MIR, los cuales se prepararon en escuelas especiales concebidas para tal efecto. La implementación de este proyecto comenzó a realizarse en los primeros meses del año 80 en ambos frentes, en este aspecto nos dedicaremos solo al frente de Neltume, ya que fue el que desarrollo en mayor forma su implementación.

El frente Neltume se inició con el envío de una patrulla de exploración inicial en febrero del 80 y culminó con la constitución del destacamento en octubre de ese año, cuando la jefatura militar se hace cargo del mando en el terreno. El proceso de constitución estuvo plagado de problemas, por cuanto se hicieron dos intentos de ingreso a la zona por la cordillera los cuales no dieron resultados. En mayo del 80 no había nada hecho en el terreno y el contingente estaba en espera de ser trasladado al interior de Chile.

En estas condiciones el MIR designa en junio del 80 a un miembro del núcleo central destinado a Neltume para que, ingresando a Chile, organizará las tareas en las que los esfuerzos anteriores no habían sido suficientes, vale decir, preparar las condiciones mínimas en el monte para recibir al contingente y general el trabajo de redes de apoyo, que resolvieran las necesidades del destacamento a su llegada.

A mediados de julio ya hay miembros de la guerrilla insertos en el monte realizando las tareas correspondientes al inicio de la guerrilla: de reconocimiento, exploración, acondicionamiento etc.

En la segunda quincena de agosto llega el grueso del contingente y se constituye en sí el destacamento en el terreno con la llegada del jefe del destacamento a mediados de octubre. Desde el momento que se constituye como destacamento en el terreno se realiza una serie de tareas, especialmente de exploración, comunicaciones y abastecimientos. Con la llegada del jefe del destacamento se constituye en forma formal "El Destacamento Guerrillero Toqui Lautaro".

A fines de octubre se decide realizar la operación de traslado del área lo cual implicó un duro y vasto esfuerzo y el balance positivo que se saca de ello fueron los siguientes; los objetivos planteados fueron alcanzados en los plazos y formas previstas; el desempeño del MIR y sus militantes en la ejecución de las tareas militares estuvo a la altura de los requerimientos. Se pudo comprobar la prueba de aclimatación en cada uno de los miembros de la guerrilla, de la implementación de los conocimientos adquiridos en la instrucción, de las ideas desarrolladas en la teoría durante la fase preparatoria. Por último en esta etapa se dejó atrás una área que siendo montañosa, era más baja, menos boscosa y accidentada que la de Neltume, o "área del rectángulo" como la denominaron los miembros de la guerrilla.

En la "área del rectángulo" se inicia una etapa importante para los miembros de la guerrilla, ya que fuera de realizar las tareas propiamente de la vida guerrillera, inician una discusión política sobre la visión global del desarrollo del proyecto y de la situación del MIR. Esta visión se recoge de una carta del Secretario General enviada a los miembros del destacamento guerrillero. En esa carta se planteaba que no estaban las condiciones que servían de marco y en algunos casos, de premisa para la irrupción de la fuerza guerrillera, pero que la tarea debía seguir desarrollándose, que el MIR en si no tenía la capacidad para construir la base social de apoyo, especialmente el MIR de la región donde se desarrollaba el proyecto.

Al mismo tiempo se instruía para seguir preparando las condiciones en el terreno, pero asegurando el secreto de la tarea, como cuestión central y pensando en estar en condiciones combativas, pero que no había que realizar ninguna acción combativa hasta que todas las condiciones y tareas no se hubiesen desarrollado. A pesar de estos planteamientos los miembros del MIR en el destacamento no asumieron una discusión organizada y profunda sobre el tema. Más bien se mantuvieron expectantes a las orientaciones que se podrían implementar.

Con toda esta clase de problemas se lograron algunos avances, especialmente en la preparación y acondicionamiento del terreno, pero ya se evidenciaban algunas deficiencias y limitantes las cuales con en el correr del tiempo serían nefastas en el desenlace final del proyecto guerrillero. Estas deficiencias y limitantes fueron: la falta de una base de apoyo sólida sobre la cual construir las redes logísticas en el terreno. Las misiones de exploraciones iban dejando cada vez más atrás y lejos el punto en las cuales se abastecían logistícamente; lo que disminuyó el ritmo y profundidad del trabajo de exploración; limitó la autonomía de la guerrilla y atentó contra el principio de movilidad constante al estar la fuerza muy dependiente de sus redes de apoyo.

A la altura de marzo del 81, la dirección de la guerrilla evalúa la misión en general y la sintetiza de la siguiente manera: la guerrilla había acumulado experiencia pero el objetivo principal de instalar las bases de un campamento permanente en la zona de Lipinza quedaba obsoleto por un sinnúmero de razones: riguroso clima, nieve 6 meses en el año, accidentes naturales que eran infranqueables; los requerimientos logísticos eran imposibles trasladarlos en profundidad, por las distancias muy largas etc.

Por otro lado se constata que se venía desarrollando un buen trabajo militar de exploración, reconocimiento, información del terreno etc. Pero se presentaba la contradicción con las medidas de seguridad y el secreto; con los indicios que se iban dejando. Lo cual era una cuestión que no era puntual, es algo que todo grupo guerrillero debe resolver: la contradicción entre mantener el secreto en la base previa y la necesidad de concentrar fuerzas para realizar las complejas tareas preparatorias en la cordillera de los Andes.

En los meses que siguieron hubo la gran preocupación de preparación de las condiciones para enfrentar el invierno que se avecindaba. Es en estos momentos cuando la guerrilla pierde la movilidad para fijarse en el terreno y se toman algunas medidas básicas de seguridad, especialmente después de varios encuentros con campesinos de la zona y se estima que la situación es delicada ya que poco antes habían desaparecidos 2 miembros del grupo que se venían a integrar al destacamento, los cuales fueron detenidos cuando cruzaban la cordillera.

En el mes de marzo, el grupo se instala en el campamento en el cual serían detectados (al noroeste de Neltume y al sur de Liquiñe a 1200 metros de altura en el cual se construyó un tatú). La detección se produce por una serie de hechos, que a partir del 27 de mayo se agudizan por encuentros con campesinos, ya que en esa oportunidad el grupo se abastecía por medio de las redes del llano y son sorprendidos por algunos campesinos, los cuales dan cuenta de este encuentro al reten policial de Neltume.

Desde ese momento las fuerzas militares comienzan una gran búsqueda y el encuentro con el grupo guerrillero se produce el sábado 27 de junio de 1981. La retirada y el rompimiento del cerco enemigo dividen al grupo y quedan desconectados entre sí durante 42 días. En el momento de ser sorprendidos el grupo no esta armado, por lo cual no hubo un enfrentamiento armado con los militares.

En las condiciones que se produce la retirada y el rompimiento del cerco el grupo guerrillero se divide en dos; quedando prácticamente sin abastecimiento, ni infraestructura y durante 42 días que permanecieron separados, las condiciones físicas de los componentes del grupo se fueron deteriorando, especialmente por el hambre y las enfermedades. La gran mayoría estaba enfermo y uno de ellos tenía los pies infectados, lo cual le produjo gangrena.

A principios de agosto los dos grupos toman contacto y se reencuentran en el tatú del armamento. Es en este momento que se centraliza el mando y se efectúa un balance de la situación y se llega a la conclusión; que la perdida del combate en el primer encuentro tuvo enormes consecuencias, por no haber estado armados. Así mismo pese a las ventajas que tuvieron los militares y la debilidad en que quedó el grupo. Este hizo mayor uso del terreno que los militares.

Pero ya a esa altura el grupo perdía la movilidad por los enfermos (el enfermo con gangrena ya había perdido los dos pies); los desplazamientos no eran cortos y se fijaba el grupo al terreno; el hambre era inmensa y a muchos de ellos les comenzó a afectar psicológicamente.
En ese marco, el mando de la guerrilla toma la decisión de establecer contacto con la dirección del MIR y establecer una línea mínima de apoyo logístico en el llano. Por lo cual se envía a algunos miembros del grupo a tomar contacto con el MIR en Santiago y otros a buscar equipos y medicamentos a Lanco. Este grupo es detenido en Huellahue y los miembros de este grupo son asesinados.

El nuevo contacto con las fuerzas de la dictadura se produce el 12 de septiembre, por lo cual el grupo trata de romper el cerco, por cuanto las condiciones físicas de los integrantes del grupo son pésimas y afectan en forma grave la disposición combativa de aquellos y el mando de la guerrilla decide el repliegue a la ciudad.

En esas condiciones de rompimiento de cerco caen combatiendo la gran mayoría del grupo y otros son detenidos y asesinados. El día 15 de octubre el jefe de la guerrilla cae combatiendo en Choshuenco y algunos miembros del grupo rompen el cerco y se repliegan a Santiago.

El último operativo de las fuerzas de la dictadura fue en noviembre del 81, con la captura y asesinato de uno de los miembros de la guerrilla que había sobrevivido solo durante 4 meses, cuando quedó desconectado del grupo.

El saldo frío de los hechos de Neltume es dramático y doloroso para los que creyeron en esos momentos que era posible abrir un frente guerrillero en el sur de Chile. Por lo menos hubo 5 enfrentamientos, pero no se puede decir en forma concreta que los militares sufrieron alguna baja. Los miembros de la guerrilla muertos en enfrentamientos o asesinados luego de ser capturados fueron los siguientes:

Pablo: muerto en combate en una emboscada tendida por las fuerzas de la dictadura en el punto de contacto con la patrulla enviada al llano y que había sido hecha prisionera.

Jorge: muerto en combate en su puesto, donde fue dejado porque ya no podía desplazarse por haber perdido los dos pies.

Pedro: muerto en combate en una casa de Remeco, donde había llegado a pedir ayuda.

Víctor: muerto en combate junto con Pedro.

Paine: muerto en combate en Choshuenco.

Camilo: asesinado; hecho prisionero luego del combate en Remeco.

Gabriel: asesinado; hecho prisionero en la zona de Quebrada Honda.

Rigo: asesinado; hecho prisionero en Huellahue, formaba parte de la patrulla enviada al llano.

Oscar: asesinado; hecho prisionero en Huellahue, era el jefe de la patrulla enviada al llano.

 Comandante Paine, muerto en enfrentamientos el 15 de Octubre

lunes, 15 de octubre de 2012

No: la dulce derrota de Pinochet


Buena columna sobre los avatares de una derrota aunque no compartamos todo. Nos gustaría expresar lo que una vez dijera Jaime Guzmán: "Pinochet dejó el poder el mismo día y a la hora que él mismo había señalado, ni una hora antes, ni una después" Aunque nos gustaría profundizar un poco más sobre quien derrocó finalmente a Pinochet, lo dejaremos para la próxima, por el momento la columna de José Luis Ugarte. 


En otros tiempos la idea de “haber derrotado al dictador” con un lápiz despertaba satisfacción y complacencia. Un dictador sangriento y tosco —amigo de lo ajeno, además, según supimos después— se veía obligado a hacer las maletas del poder y se iba como un derrotado.

La gente bailaba en las calles y se abraza en una postal del nuevo Chile que se prometía “más justo”, para que “ganara la gente” y otra serie de eslóganes que se le ocurría a los genios del marketing publicitario que poco a poco se tomaban la política chilena.
Hay que reconocer que ese modo de contar las cosas —el relato como gustan llamarlo— estaba bien construido y hasta emocionaba.
¿Volverían hoy veinte años después de esa derrota del dictador a bailar en las calles con entusiasmo primaveral aquellos que pensaba que la “sociedad más justa” estaba a la vuelta de la esquina?
Más justa y solidaria para ser exactos, lo copio textual del primer programa de la Concertación.
“No tuvimos cojones”, lo resumía Vidal en su estilo. No sólo la reforma tributaria —para que Chile dejara de ser uno de los países de desarrollo medio donde los más ricos pagan menos— quedó en el debe. También una nueva Constitución que dejara atrás la pluma de Jaime Guzmán —y no la reforma de maquillaje de Lagos el 2005— o la reforma laboral que derogara el hasta hoy vigente plan laboral de Pinochet. O reformas profundas al vergonzoso modelo de educación pública chileno. O al modelo de salud privado y excluyente de todos estos años, y en fin a una larguísima lista de etcéteras que no dan ni ganas de recordar.
Difícil parece. En la calle ya no hay ánimo de baile, sino de protesta. La alegría ha dado lugar, pocas dudas caben, a la molestia y la indignación con un Chile que se parece bastante al que el dictador derrotado diseñó: desigual y excluyente.
Todos los eslóganes de los vencedores de la época hoy provocan más rubor que orgullo.
Y es que con el tiempo caímos en cuenta que el derrotado fue Pinochet —un dictador impresentable—, no la sociedad que imaginó. Nadie duda que la matriz de esa sociedad y el modelo para gobernarla es básicamente la misma que, en su momento, el anciano dictador construyó.
¿Qué hizo que cuatros gobiernos después —y más allá de los esfuerzos de tanto concertacionista empeñado en salvar la honra— el ánimo social de exclusión e injusticia sea igual que hace 20 años atrás?
“No tuvimos cojones”, lo resumía Vidal en su estilo. No sólo la reforma tributaria —para que Chile dejara de ser uno de los países de desarrollo medio donde los más ricos pagan menos— quedó en el debe. También una nueva Constitución que dejara atrás la pluma de Jaime Guzmán —y no la reforma de maquillaje de Lagos el 2005— o la reforma laboral que derogara el hasta hoy vigente plan laboral de Pinochet. O reformas profundas al vergonzoso modelo de educación pública chileno. O al modelo de salud privado y excluyente de todos estos años, y en fin a una larguísima lista de etcéteras que no dan ni ganas de recordar.
La explicación no es difícil de ensayar. En una transición a la democracia llena de temores y espejismos, los ministros de Hacienda de la Concertación y su cerrado credo —de esas verdades reveladas— terminaron convertidos en los guardianes de la estabilidad. Estabilidad eso sí —y ahí está el pequeño detallito— entendida como la mantención a pie juntillas del modelo económico de la dictadura.
Desde ese momento, la Concertación quedó inmovilizada y entregada cual dama virginal a sus padres celadores: los Velasco, los Eyzaguirre y otros tantos, se encargaron que la jovencita no tomara malos rumbos. No fuera ser que —movida por la pasión adolescente por la justicia o la igualdad— se le ocurriera reformar la negociación colectiva, las reglas tributarias o cualquier desvarío que deformara el modelo.
El crecimiento y la estabilidad terminó siendo la única medida de la “justicia de lo posible” para el Chile democrático.
El resultado es más que evidente: de la promesa de una sociedad más justa e igualitaria pasamos lenta e inexorablemente a la sociedad de los programas asistenciales y de los bonos de invierno, verano y primavera.
En uno de los países más desiguales del mundo, gotas de rocío en pleno desierto. Hoy lo sabemos. Fue la dulce derrota de Pinochet.
elmostrador.cl

viernes, 12 de octubre de 2012

¡Ahora es que nos están descubriendo!


Yo podría decir que hoy si pueden los imperios decir que nos descubrieron, en esta fecha, en este siglo. Hoy si descubren quienes somos, quienes éramos y quienes seremos. Hoy descubren a nuestra América insurgente y altiva, digna y combatiente.
El 12 de Octubre era la celebración del descubrimiento supuesto que hiciera el otrora imperio español en las calaveras de Colón en 1.492. Obviamente que quienes nos descubrieron fueron ellos, nosotros ya sabíamos que estas tierras existía y hace miles de años que habíamos descubierto este continente, así que era una celebración para el imperio español que no nos descubrió, como solían decir y celebrar. Nos invadieron, asesinaron, masacraron y colonizaron, lo cual para nosotros no es motivo alguno de celebración o fiesta patria como pretendieron o nos impusieron a festejar.
El 12 de Octubre es el día de la resistencia indígena ante la primera invasión imperial, es el día que nosotros descubrimos que habían imperios y gente mala en otro lado del planeta, ese día descubrimos la pólvora con la que nos asesinaron, ese día descubrimos la esclavitud que luego nos hicieron sufrir, ese día descubrimos que la libertad era algo que se podía perder, como la perdimos.
Yo podría decir que hoy si pueden los imperios decir que nos descubrieron, en esta fecha, en este siglo. Hoy si descubren quienes somos, quienes éramos y quienes seremos. Hoy descubren a nuestra América insurgente y altiva, digna y combatiente, hoy pueden decir que descubren a los pueblos independizándose con sus fuerzas infinitas, hoy pueden decir que nos descubren autónomos y libres en la vanguardia de las luchas mundiales contra sus imperios, hoy pueden decir y no se si celebrar, no lo creo, que descubrieron la fuerza invencible de los pueblos del tercer mundo.
Nada que celebrar más que nuestro propio descubrimiento como la fuerza infinita de la vida que se hace presente en los espíritus de nuestros ancestros que han regresado de los cielos para acompañarnos en estas grandes batallas, como la reciente y segunda batalla de Carabobo, donde los hemos derrotado.
Mañana sepamos que hay que asomarse a la ventana con la cara sonriente, para que quienes nos vean del otro lado del mundo descubran que seremos siempre independientes, libres y soberanos.

¡Viviremos y Venceremos!


extraído de: kaosenlared

domingo, 7 de octubre de 2012

Homenaje del colectivo Miguel Enríquez (desde el Bronx, EE.UU)


A 38 años de tu caída en combate, el 5 de octubre de 1974
En esta coyuntura quisiéramos rescatar a Miguel Enríquez en torno a aspectos fundamentales de su obra.

1.-En primer lugar dotar a la organización que ayudo a formar de un Programa, una Estrategia, una Táctica, de unas tesis militar y una concepción teórica de la organización, el Partido, de los Cuadros, sus Militantes, Simpatizantes y Aspirantes, de una disciplina y mística emanada del aprendizaje y trabajo con las masas, La educación Política y el fogueo, el amor revolucionario con la clase obrera y el pueblo, con los Pobres y Marginad@s de las Ciudades y del Campo.

2.-El rescate de la virtud y logro principal del Mir en su crecimiento, su corto pero fructífero trabajo de masas a través del MPR, FTR, FER, MCR, FMR y F. Desde su Comisión Nacional de Masas y primarios lineamientos surgen las Tomas de terrenos, por los Sin Casas y Corridas de Cerco por parte de los Campesinos y Mapuche, haciendo historia con la Toma de la 26 de Enero, el Primer Embrión del Poder Popular, la continuidad de la lucha con La Población de la Nueva Habana, las tomas y corridas de cerco de Lautaro, Arauco, Cautín y Valdivia, El Campamento Lenin en Concepción y las mas de cien tomas de terrenos, fabricas y corridas de cerco por todo el país, solo en un año marcan el único gran paso adelante y de gran crecimiento del Mir y esa es obra de Miguel Enríquez y de toda una generación de cuadros y dirigentes preparad@s, disiplinad@s y entregado al 100% a las luchas de los humildes y de la revolución. A este Mir, es que volvemos a rescatar hoy en plena lucha de clases en este Siglo XXl de rebelión mundial y debacle capitalista.

3.-La Unidad del Mir, fue el 15 de agosto de 1965,un sumar fuerzas y sistemáticamente jamás restar fuerzas provenientes de diferentes historias ideológicas, Maoístas, Trotskistas, Marxistas Guevaristas, Anarquistas, Cristianos, sindicalistas, dejaron atrás pasado y pequeñas orgánicas y se dieron a la tarea de construir el Mir que con el tiempo sumaba y sumaba, integro al Grupo Granma, al PSR y al MR-2, posteriormente a fracciones del PS, PC, Mapu y IC, paralelamente se desarrollaba entre las masas, incluso entre capas de la Pequeña Burguesía Estudiantil, Urbana y rural. .En definitiva aun en el camino también sufrió una deserción, en lo fundamental fuimos un ejemplo de Unidad y sumar fuerzas revolucionarias y esta es una otra obra de Miguel Enríquez, que hoy también rescatamos y llamamos a tomar como ejemplo.

4.-El Mir nos heredo todo un cuerpo de ideas sobre el Poder Popular, Embriones de Control y Dirección Obrera, Consejos y Comandos Comunales con sus Propuestas, Plataformas y Programas Locales, Regionales y Nacional. Esta fue Obra de Miguel y la de toda su Generación y que hoy rescatamos, para continuar la lucha con todas las Fuerzas de la Historia.

5.-Rescatamos a la JCR, el Internacionalismo de Miguel y la de tod@s l@s Internacionalistas y militantes del Mir de Otros países que dieron su vida por la Revolución Latinoamericana y Mundial. Por todo ellos nos proclamamos Guevaristas, Miristas y revolucionarios sin Fronteras.

Saludamos a los revolucionari@s y miristas en orgánicas y o en cualquier frente a luchar por la Unidad, si nuestr@s Viej@s y Abuel@s Pudieron, Nosotr@s también podremos y debemos Unir y Unirnos, para a su ves unirnos en los Combates y luchas de los pueblos en cualquier rincón geográfico de este Universo donde viva un mirista..

Coyunturalmente el Mir a Participado, apoyado  y  o rechazado participar en elecciones, el análisis concreto de la situación concreta nos a llevado a tomar una posición o otra. Hoy en las condiciones de un periodo aun contrarrevolucionario en el cual predominan todos los componentes económicos - sociales desde la instalación de la Dictadura Militar del Capital monopólico y del Imperialismo, incluso con la institucionalidad impuesta a sangre y fuego en 1980,nos adherimos a todas Las Fuerzas Sociales y Política, de diferentes fracciones del Mir, en particular a las justas y consecuente posición de La ACES de no participar de Este Circo Electoral. Boicotearlo, Anularlo y No Prestar vuestros Votos a Corruptos y Lambebotas del  Capitalismo Neoliberal y del Imperialismo. Ni Concertación ni Alianza, ni Reformismos ni Ingenuos Populistas y figurones divisionistas.

Crear, Crear Poder Popular!
Unir, Unir, Mir, Mir !
Abajo el Circo electoral.
Pueblo Conciencia y Fusil, Mir, Mir !
Honor y Gloria al Che y a Miguel Enríquez.

Colectivo Miguel Enríquez, EE.UU
desde Las Entrañas del Monstruo.