martes, 1 de mayo de 2012

En este 1° de Mayo: Rojo y negro en la zona minera de Coronel y Lota: sangre y carbón

Hoy en día, mientras toda la izquierda apunta hacia el burocratismo de la CUT, sus vicios y sus falencias, criticándola profundamente, un grupo de personas, sumidos en una verborrea vendida e hipócrita, usa los colores de la bandera rojinegra - aprovechándose de su peso, historia y legado - para sugerir el tomarse la Central Única de Trabajadores, reproduciendo sus lógicas nefastas que tanto daño le han hecho a los trabajadores. Es por eso que llamamos a la unidad, pero una real y que no traicione nuestros principios y valores revolucionarios que son INTRANSABLES, algo que el "MIR Empresa", al parecer, olvidó hace ya un buen tiempo.




En este 1° de mayo, saludamos fraternalmente a todas y todos aquellos que han depositado históricamente sus fuerzas no sólo en sus funciones laborales, si no que también en la lucha por el cambio social. No olvidemos que este día está bañado de sangre del pueblo, por lo que les decimos esos obreros y obreras de la revolución que ofrendaron su vida en el combate y en las reivindicaciones del pueblo, que no los olvidamos y que su caída no ha sido en vano, por que esta nueva generación continuará el proyecto revolucionario de los trabajadores con la consigna clara, luchando por ello hasta la victoria: ¡TRABAJADORES AL PODER!


En este día de los trabajadores y trabajadoras, un especial de la lucha en la zona del carbón realizado por el equipo de El Rojinegro:



En este 1° de Mayo: Rojo y negro en la zona minera de Coronel y Lota: sangre y carbón
           
En el año 1972, Miguel Enríquez, pronunciaba un ferviente discurso frente a una gran masa de trabajadores, que copaban los espacios de un desbordado sindicato minero en Coronel, todos pertenecientes a la denominada “zona del carbón”. Se aproximaba un nuevo proceso eleccionario que determinaría los nuevos dirigentes y representantes de la CUT, por lo cual, se aprovechaba la ocasión para proclamar a los candidatos del FTR y además, en todo el ambiente previo a la elección que se anunciaba, las valiosas frases del propio secretario general del MIR se dejaban sentir con honda pureza y sentido de lucha, señalando que estaba “en la cuna del movimiento obrero del sur de Chile”. Claro está, que si retomamos la memoria colectiva y una mirada hacia al pasado, este mensaje cobra vida en un entorno de explotación y sufrimiento laboral, entre reivindicaciones de toda una clase obrera, enfrentamientos y tensiones sociales. Coronel, Lota, Curanilahue, Lebu, por mencionar algunas de las comunas más relevantes en la industria carbonífera, desde mediados del siglo XIX, mientras recién se estabilizaban las profundas raíces de la explotación del mineral, han sido el ejemplo de los levantamientos sociales: desde el año 1857 que se data, por ejemplo, la primera huelga obrera en la ya mencionada zona al sur del Bío-Bío, situaciones y acciones que marcarían también los años siguientes.
         
   En 1891, junto con la guerra civil y el fin del gobierno del presidente José M. Balmaceda, las clases populares, en diferentes latitudes del territorio nacional, se pronunciarían con una huelga general que preocupaba de forma notoria a las élites y altas cúpulas: veían la peligrosidad de este bajo pueblo, que con sus manifestaciones, lograba apelar y forjar la conciencia de los explotados, de sus familias y los más necesitados. En las comunas de Coronel y Lota, numerosos motines y saqueos marcaban el precedente para la posterior organización mancomunal de grandes procesos de manifestación pública: el comienzo del siglo XX, el estallido popular de la población por la defensa de sus demandas iba tomando forma, el mitin reemplazaría las reuniones clandestinas y las federaciones de los trabajadores se ponían en marcha: los empresarios elitistas, respondían contratando policías y guardias privados, y secundados con la presencia del ejército, irrumpían con balas y fuego a los manifestantes, protegidos solamente con el sentimiento de lucha y de sueños motivados por el arraigo de la pobreza, impregnando su vida en la profunda oscuridad de la mina.

            Luis Morales, quien liderara grandes organizaciones en la cuenca minera, fue asesinado por la policía en 1916, sumándose a la decena de muertos y otras tantas de heridos, víctimas de la más dura marginación y represión. Frente a todas estas penurias y embates que el sector popular sufría, no había forma de cesar las voces que en las marchas aclamaban la ansiada justicia social: hacinamiento en hogares que por lo general eran habitados por seis a doce personas, piso de tierra y escasa ventilación, falta de agua y luz, viejos y niños laborando en las faenas de extracción, y la marginación de los agitadores, marcarían el inicio y la permanencia del conflicto a través del siglo. La huelga larga del año 1920, la paralización de más de diez mil obreros, el asesinato de Carlos Barrientos en 1927, quien fuera uno de los principales ideólogos del movimiento minero y de las ideas socialistas en la zona, la gran huelga de 1947, seguida del estado de sitio dictado por Gabriel González Videla que, tanto en Coronel y Lota, mantuvo a casi dieciocho mil soldados con orden de disparar frente a cualquier insurgente, hasta la huelga de 1960, que duraría más de noventa días, todos ejemplos del periodo en común de estos pueblos, la prolongación de sus problemas y la esperanza de todos ellos en que la victoria popular llegaría: la creación del MIR en 1965 convocaría a reanudar la acción en contra de los opresores, siendo motivada principalmente por las condiciones de estos fundadores del movimiento obrero, “revolucionarios y luchadores en generaciones”. La fuerza con que la izquierda revolucionaria llegaría a los mineros y pobladores, desde el principio de la organización misma, mostraría su relevancia y participación: el actuar de Sergio Pérez, joven coronelino, y la creciente juventud simpatizante, pondrían en curso el gran proyecto revolucionario. De esta forma, y por estos medios, el MIR crecía entre las fábricas e industrias mineras, entre sindicatos y recintos educacionales, forjando las bases del poder popular: el propio Luciano Cruz, que conocía a cabalidad la zona y su gente, en 1968 dictaba cursos de formación sindical y política, en las escuelas de verano del carbón, en donde desplegaba sus capacidades de comunicación, enseñando sobre el socialismo, en palabras y diálogos tan simples, estrechos y cercanos a los obreros.

            En el año 1970, las manifestaciones en contra de Alessandri se harían sentir: El día 21 de marzo del año señalado, en Lota, la presentación del candidato del Partido Nacional es interrumpida por manifestaciones de obreros y mineros, los cuales a la salida del teatro lotino, dieron un duro ataque a sus simpatizantes. Bombas de fabricación casera, bolsas con alquitrán y piedras, fueron lanzadas por los manifestantes. Tanto era el descontento que provocaba su visita, que incluso el propio municipio coronelino lo declararía como persona no grata. De forma antagónica se vivió el recorrido del candidato Salvador Allende, representante de la Unidad Popular. La provincia en general, lo recibió en grandes actos culturales, con la participación activa de su población, desde la juventud a los obreros más experimentados. Sin duda que la conciencia de clase, derivada de la vida cotidiana del obrero y del actuar político de la izquierda revolucionaria en la zona, se manifestaría en las votaciones mismas.

    Ya con la UP en el gobierno, la colaboración que el MIR prestó a las organizaciones comunales establecería la gestación del cambio que por más de un siglo se requería: desde la creación de un grupo de seguridad para el presidente Allende, pasando por las escuelas de formación hasta los trabajos voluntarios y las tomas de terreno, como lo fue, por ejemplo, en el sector sur de Coronel, la toma “Luis Emilio Recabarren”, encabezada por los órganos del pueblo, como el FTR y el FER, integrado por jóvenes alumnos del principal liceo de la comuna, respaldadas por pobladores, que entre palos y puños hicieron fuerza al desalojo y los comienzos de una nueva población. Ya sabemos la implacable dureza que la dictadura llevó a cabo en las minas, en las organizaciones populares y en los pobladores mismos, marcando las calles de sangre roja y de una negra violencia: el proyecto político y económico neoliberal que los gobiernos de la concertación posteriormente promoverían, traería profundas heridas a las ya desgastadas tierras carboníferas: lamentablemente, no fueron consideradas las características sociales del entorno minero, lo que en definitiva, hasta nuestros días, ha postergado de las virtudes del progreso a toda la zona.

            Sin embargo, el valor de Lota y Coronel para el movimiento obrero, aun sigue latente: se colgaron los cascos, la luz de las lámparas ha cesado, pero la memoria sigue vigente, junto a este sentimiento de gran solidaridad y hermandad frente a la adversidad y al paso inclemente del tiempo. “De mi tierra vivo y por mi tierra muero”, mensaje de estos esforzados hombres del carbón, que desde el pasado se unen para entregarnos en nuestro presente, en una vida plena y más que centenaria, el drama común de todos nuestros pueblos que reclaman más que nunca la presencia combatiente de las fuerzas populares.  



2 comentarios:

  1. Grande Fuerza combativa a los trabajadores que mueren de pie y no viven arrodillados.

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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