lunes, 1 de octubre de 2012

El imperialismo, fase superior del capitalismo; enemigo último de los pueblos

Hay que llevar la guerra hasta donde el enemigo la lleve: a su casa, a sus lugares de diversión, hacerla total. Hay que impedirle tener un minuto de tranquilidad, un minuto de sosiego...
 
Comandante Che Guevara


Hoy, más que nunca, resulta necesario replantearnos la lucha antiimperialista. Tanto reaccionarios como reformistas coinciden cual hermanos en que esta lucha está perdida, que el imperio venció y que sólo nos queda disfrutar de sus virtudes y soportar sus embates, teniendo como máxima aspiración el corregir y humanizar el modelo.

Pues bien, aquí es cuando los revolucionarios y revolucionarias tenemos que ir contra la corriente. El imperialismo es inhumano por antonomasia y es por eso que el humano se “humaniza” en la lucha contra todo aquello que lo convierte en un mero número u objeto; una mera herramienta de trabajo para hacer que el rico sea cada día más acaudalado, sin importar la miseria que esto conlleve para quienes son explotados. Es por eso que, como mujeres y hombres conscientes, le debemos enfrentar, desde la periferia, desde ese margen en donde el supuesto “chorreo”  del capitalismo no llega.

Mientras el capitalismo central se llena los bolsillos, saqueando nuestro continente, nosotros pasamos miserias. Mientras los grandes grupos económicos se regocijan con la explotación a gran escala, en el – mal llamado – tercer mundo, miles de compañeros mueren por no tener acceso al sistema de salud mercantil o no tener acceso a una alimentación básica.

Mientras esto ocurre, la expansión del capitalismo choca con la biosfera, convirtiendo nuestro planeta en una bomba de tiempo la que, al paso que vamos, explotará en cualquier momento. Es por eso que no compartimos las pequeñas luchas pequeñoburguesas que van en contra de proyectos en particular que atentan contra el medio ambiente; no hay que atacar los síntomas, hay que  atacar la enfermedad. En este sentido, la única forma de mediar la destrucción de la naturaleza es derrotando al capitalismo que, sin escrúpulos, logra robustecerse destruyendo todo a su paso.

No podemos olvidar también, que seguimos siendo siervos, seguimos siendo esclavos. Hoy no tenemos grilletes, pero somos prisioneros del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional,  acumulando deudas nacionales, que pagamos los pobres, mientras los ricos se ríen de nosotros. Es justamente mediante estos mecanismos, el crédito, el débito y cuanto invento burgués existe, como el sistema se reproduce, recrea y perpetúa. Ya no usamos grilletes ni cadenas, pero usamos tarjetas de crédito. Con esto, compramos el veneno que nos mata. Nos dice que la pobreza disminuye, pero es porque somos esclavos del crédito. Sin estos mecanismos, no tendríamos nada de lo que tenemos. Le entregamos nuestra libertad al burgués a cambio de cosas que no necesitamos. ¿O es acaso que necesitamos un Ipod para vivir? Una sociedad que prefiere invertir en productos que no necesita en vez de alimentar niños o curar enfermedades, es una sociedad enferma. Así es la sociedad capitalista, a eso nos referimos cuando mencionamos que no debemos atacar los síntomas, si no la enfermedad.

Es socialismo no es sólo teoría, es práctica. No es cualquier práctica, es práctica revolucionaria. No es cualquier revolución, es una revolución libertadora. No es cualquier liberación, es una liberación total y definitiva.

Evidentemente, esto último no le parecerá correcto al burgués, al liberarnos de sus cadenas, al sentir  que somos libres– ejerciendo esa libertad –, iremos por más. Dejando las reivindicaciones cortoplacistas y economicistas, el enfrentamiento es seguro, puesto que la burguesía no estará dispuesta a abandonar sus privilegios y su posición de clase dominante. Es por eso que debemos estar preparados. En Chile ya pasamos por aquello y, cuando se creyó que se podía derrotar al imperialismo de manera pacífica y a través de los votos, esta se armó hasta los dientes y nos quitó todo lo que obtuvimos con tanto esfuerzo, durante tantos años.

Por lo mismo, resulta imperativo prepararse para esto. La construcción del Poder Popular resulta incompatible con la institucionalidad burguesa. Las leyes no son neutrales, tampoco lo son quienes las aplican. Hoy en día, la constitución y las leyes son creadas por la burguesía. Ante esta contrariedad, resulta contraproducente una asamblea constituyente si es que no hay una revolución que la preceda, ya que sería regalarle la “transformación” de la sociedad a la burguesía.  Como diría el che, "No podemos predecir el futuro, pero jamás debemos ceder ante la tentación claudicante de ser los abanderados de un pueblo que anhela su libertad pero reniega de la lucha que esta conlleva, y la espera como un mendrugo de victoria."

Pero para vencer al imperio, no podemos pensar solamente en nosotros. Para derrotarlo tenemos que unirnos, pero bajo una unidad  real, concreta y – por sobre todo – revolucionaria. Esta unidad no debe ser sólo en nuestro país – aun que es cierto que la “La revolución empieza por casa” – sino que mediante la unidad en la lucha de los países explotados y oprimidos, para que así golpeemos como si fuéramos uno.

Ese debe ser el objetivo. Ese debe ser el horizonte al que debemos dirigirnos. Ese es la fuerza que debe movernos ya que esa es la única forma de alcanzar la una victoria definitiva. Tenemos que olvidarnos de esa idea de que las utopías son inalcanzables; no es que sean inalcanzables, sólo tardan más tiempo y cuestan más esfuerzo. El camino, es largo e irregular, pero alguien tiene que efectuarlo, en algún momento debe empezarse… ¡Ahora es cuando! ya que, dejar que las cosas sigan su curso, es dejar que todo siga igual.

Señalar que el capitalismo durará para siempre, resulta una falacia. No podemos estar siempre pensando como eternos perdedores. Esta idea debe cambiar, DEBEMOS cambiarla. Desde hoy digamos – ¡Gritemos! – "Esto no puede continuar" para que nuestra táctica y nuestra estrategia apunten, de una vez por todas, hacia lo que nos convoca cada día a luchar: La destrucción del capitalismo y la construcción del socialismo, la libertad y el poder popular. La elección es simple: Socialismo o Barbarie.

El Rojinegro

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