Comandante Che Guevara
Hoy, más que
nunca, resulta necesario replantearnos la lucha antiimperialista. Tanto
reaccionarios como reformistas coinciden cual hermanos en que esta lucha está perdida,
que el imperio venció y que sólo nos queda disfrutar de sus virtudes y soportar
sus embates, teniendo como máxima aspiración el corregir y humanizar el modelo.
Pues bien,
aquí es cuando los revolucionarios y revolucionarias tenemos que ir contra la corriente. El
imperialismo es inhumano por antonomasia y es por eso que el humano se “humaniza”
en la lucha contra todo aquello que lo convierte en un mero número u objeto;
una mera herramienta de trabajo para hacer que el rico sea cada día más
acaudalado, sin importar la miseria que esto conlleve para quienes son
explotados. Es por eso que, como mujeres y hombres conscientes, le debemos
enfrentar, desde la periferia, desde ese margen en donde el supuesto “chorreo” del capitalismo no llega.
Mientras el
capitalismo central se llena los bolsillos, saqueando nuestro continente,
nosotros pasamos miserias. Mientras los grandes grupos económicos se regocijan
con la explotación a gran escala, en el – mal llamado – tercer mundo, miles de
compañeros mueren por no tener acceso al sistema de salud mercantil o no tener
acceso a una alimentación básica.
Mientras esto
ocurre, la expansión del capitalismo choca con la biosfera, convirtiendo
nuestro planeta en una bomba de tiempo la que, al paso que vamos, explotará en
cualquier momento. Es por eso que no compartimos las pequeñas luchas pequeñoburguesas
que van en contra de proyectos en particular que atentan contra el medio
ambiente; no hay que atacar los síntomas, hay que atacar la enfermedad. En este sentido, la
única forma de mediar la destrucción de la naturaleza es derrotando al
capitalismo que, sin escrúpulos, logra robustecerse destruyendo todo a su paso.
No podemos
olvidar también, que seguimos siendo siervos, seguimos siendo esclavos. Hoy no
tenemos grilletes, pero somos prisioneros del Banco Mundial y del Fondo
Monetario Internacional, acumulando
deudas nacionales, que pagamos los pobres, mientras los ricos se ríen de
nosotros. Es justamente mediante estos mecanismos, el crédito, el débito y
cuanto invento burgués existe, como el sistema se reproduce, recrea y perpetúa.
Ya no usamos grilletes ni cadenas, pero usamos tarjetas de crédito. Con esto,
compramos el veneno que nos mata. Nos dice que la pobreza disminuye, pero es porque
somos esclavos del crédito. Sin estos mecanismos, no tendríamos nada de lo que
tenemos. Le entregamos nuestra libertad al burgués a cambio de cosas que no
necesitamos. ¿O es acaso que necesitamos un Ipod para vivir? Una sociedad que
prefiere invertir en productos que no necesita en vez de alimentar niños o curar
enfermedades, es una sociedad enferma. Así es la sociedad capitalista, a eso
nos referimos cuando mencionamos que no debemos atacar los síntomas, si no la
enfermedad.
Es socialismo
no es sólo teoría, es práctica. No es cualquier práctica, es práctica
revolucionaria. No es cualquier revolución, es una revolución libertadora. No
es cualquier liberación, es una liberación total y definitiva.
Evidentemente,
esto último no le parecerá correcto al burgués, al liberarnos de sus cadenas,
al sentir que somos libres– ejerciendo
esa libertad –, iremos por más. Dejando las reivindicaciones cortoplacistas y
economicistas, el enfrentamiento es seguro, puesto que la burguesía no estará
dispuesta a abandonar sus privilegios y su posición de clase dominante. Es por
eso que debemos estar preparados. En Chile ya pasamos por aquello y, cuando se
creyó que se podía derrotar al imperialismo de manera pacífica y a través de
los votos, esta se armó hasta los dientes y nos quitó todo lo que obtuvimos con
tanto esfuerzo, durante tantos años.
Por lo mismo, resulta
imperativo prepararse para esto. La construcción del Poder Popular resulta incompatible
con la institucionalidad burguesa. Las leyes no son neutrales, tampoco lo son
quienes las aplican. Hoy en día, la constitución y las leyes son creadas por la
burguesía. Ante esta contrariedad, resulta contraproducente una asamblea
constituyente si es que no hay una revolución que la preceda, ya que sería
regalarle la “transformación” de la sociedad a la burguesía. Como diría el che, "No podemos predecir
el futuro, pero jamás debemos ceder ante la tentación claudicante de ser los
abanderados de un pueblo que anhela su libertad pero reniega de la lucha que
esta conlleva, y la espera como un mendrugo de victoria."
Pero para
vencer al imperio, no podemos pensar solamente en nosotros. Para derrotarlo
tenemos que unirnos, pero bajo una unidad real, concreta y – por sobre todo – revolucionaria.
Esta unidad no debe ser sólo en nuestro país – aun que es cierto que la “La
revolución empieza por casa” – sino que mediante la unidad en la lucha de los países
explotados y oprimidos, para que así golpeemos como si fuéramos uno.
Ese debe ser
el objetivo. Ese debe ser el horizonte al que debemos dirigirnos. Ese es la
fuerza que debe movernos ya que esa es la única forma de alcanzar la una
victoria definitiva. Tenemos que olvidarnos de esa idea de que las utopías son
inalcanzables; no es que sean inalcanzables, sólo tardan más tiempo y cuestan
más esfuerzo. El camino, es largo e irregular, pero alguien tiene que
efectuarlo, en algún momento debe empezarse… ¡Ahora es cuando! ya que, dejar que las cosas sigan su curso, es dejar que todo siga igual.
Señalar que el capitalismo durará para siempre, resulta una falacia. No podemos estar siempre pensando como eternos perdedores. Esta idea debe cambiar, DEBEMOS cambiarla. Desde hoy digamos – ¡Gritemos! – "Esto no puede continuar" para que nuestra táctica y nuestra estrategia apunten, de una vez por todas, hacia lo que nos convoca cada día a luchar: La destrucción del capitalismo y la construcción del socialismo, la libertad y el poder popular. La elección es simple: Socialismo o Barbarie.
El Rojinegro.
Señalar que el capitalismo durará para siempre, resulta una falacia. No podemos estar siempre pensando como eternos perdedores. Esta idea debe cambiar, DEBEMOS cambiarla. Desde hoy digamos – ¡Gritemos! – "Esto no puede continuar" para que nuestra táctica y nuestra estrategia apunten, de una vez por todas, hacia lo que nos convoca cada día a luchar: La destrucción del capitalismo y la construcción del socialismo, la libertad y el poder popular. La elección es simple: Socialismo o Barbarie.
El Rojinegro.
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